Luis F. Gómez


La agenda para el 2014 estará en el país muy marcada por el año electoral, seguramente también por la protesta social y por la actividad económica. Estará seguramente muy minada.
En efecto, el 2014 será un año electoral donde volveremos a tener la oportunidad de renovar los dirigentes del poder ejecutivo y legislativo. Y es fundamental que ello se haga en serio. Que las nuevas realidades sociales y políticas del país se comiencen a traducir en los escaños en el Congreso. De otra parte, por segunda vez en la historia reciente un presidente busca la reelección. Habrá mucha agitación política, esperemos que haya también mucha reflexión y participación. Una democracia requiere necesariamente que los argumentos, las ideas, las posiciones se debatan públicamente y que haya una verdadera participación de los colombianos y colombianas mayores de edad.
A nivel social, hay muchos pendientes en el panorama nacional. Los agricultores están todavía a la espera de soluciones y de respuestas concretas en términos de política pública. No es fácil allí darle contentillo a tantos y tan variados intereses. El Gobierno debe focalizar las ayudas y adoptar planes de choque que sean sentidos efectivamente por los agricultores. De lo contrario los tendremos manipulados por intereses políticos oportunistas bloqueando las arterias del país.
Las inversiones en infraestructura las hemos estado esperando desde el inicio del gobierno de Santos, ya vamos a llegar al fin de su primer mandato y todavía no despegan definitivamente. Este es un tema que tiene la competitividad del país en problemas, pues una importante inserción del país en los mercados internacionales pasa necesariamente por el mejoramiento sustancial de la infraestructura de carreteras y puertos.
De otra parte, mientras que los países más dinámicos de América Latina siguen creciendo al 7%, Colombia está pegada entre el 4 y 5%, lo que impide que progresemos más rápidamente en la atención de las poblaciones desempleadas y sin las necesidades básicas satisfechas. Estamos pagando un costo muy alto a nivel social, por la incapacidad de nuestra economía de crecer más. Y en esto sí que tienen responsabilidad los ejecutores de la política pública, pero también la falta de dinamismo emprendedor de los empresarios privados. A este respecto los empresarios tienen una deuda muy grande con el país, han estado inferiores a las expectativas, por ejemplo no han sabido aprovechar suficientemente los tratados de libre comercio. Son muy temerosos y les falta asumir muchos riesgos, quieren siempre que todo esté servido en bandeja para asumir nuevos proyectos.
Finalmente, lo más importante es lo que resulte del proceso de paz en La Habana. Se ha ido avanzando, pero el cierre es clave. Esa es la gran noticia que esperamos todos los colombianos y colombianas. Que el proceso de paz haya entrado en un verdadero inicio. Para que comencemos a reconstruir al país en el post-conflicto. Los enemigos de la paz estarán bombardeando el proceso y su ejecución. Es en este momento en que será necesaria una opinión pública fuerte y determinada a apoyar el nuevo país. No podemos dejar que unos pocos nos anclen en el pasado. Colombia quiere ver hacia el futuro.
Por más minada que esté la agenda del 2014, tendremos que desminarla y tratar que dé lo máximo para bienestar de todos los colombianos y colombianas. Es un trabajo de todos.
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