El pasado once de noviembre salió publicada en varios diarios del país una entrevista hecha por Colprensa a Elda Neyis Mosquera, más conocida como ‘Karina’, quien militó en las FARC por 24 años y fue una temida comandante de frente, convirtiéndose por varios años en el terror del suroriente de Antioquia y nororiente de Caldas. En un aparte de la entrevista esto dijo: "A los jóvenes allá (en las FARC) les comienzan a inyectar esa ideología y a medida que pasa el tiempo se va adquiriendo ese conocimiento y uno se va apegando realmente a esos ideales por los cuales luchan las FARC". Este adoctrinamiento del que habla Karina hace parte sustancial de cualquier guerrilla en cualquier parte del mundo, y las FARC y el ELN han repetido miles de veces el procedimiento en sus ya casi cincuenta años de existencia. Se repite automáticamente un conjunto de ideas que a fuerza de enunciarse una y otra vez se convierte en el lente por el cual se ve la vida social, económica y, en últimas, toda la vida. Son ‘los ideales por los que se lucha’. Lo que sucede luego es que por seguir rigurosamente esos ideales se arrasa con todo lo que sea un obstáculo para lograrlos o se emprenden las más crueles acciones que se estimen necesarias para llegar a la meta deseada, en este caso una sociedad justa, humana y solidaria. Paradójicamente, en el camino se pierde la justicia, la humanidad y la solidaridad. Esta dinámica ha generado mucho sufrimiento para millones de personas en el país. Debido a sus efectos tan visibles, este es un fenómeno relativamente bien conocido.
Sin embargo, hay otros procesos de adoctrinamiento que se dan permanentemente en la sociedad moderna y que por lo sutiles y sofisticados no los detectamos; o lo peor, son aceptados de una manera tan extensa que se entienden como una realidad social inmutable. Se promueve un ideal de vida individual y colectiva, que en el camino para lograrlo va arrasando con personas, comunidades y con la tierra que nos sustenta. La política, la economía y el mercado van creando sus propios monstruos.
Veamos unos pocos ejemplos: en la política se hace todo cuanto esté al alcance para lograr el poder, los partidos y los políticos acuden a todos los expedientes que requieran para justificar sus acciones: la mentira, la deslealtad y la trampa están a la orden del día. Y lo más grave es que incluso quienes están llamados a develar esta realidad, periodistas y académicos, no tienen la perspicacia para descubrir su dinámica dañina, entonces se nos habla de que los partidos políticos son organizaciones con "vocación de poder" y que las personas que ejercen la política como su oficio tienen como motivación su ascenso en la jerarquía. Cualquier consideración distinta es vista como ingenuidad. Una muestra notoria de los daños que puede causar el "adoctrinamiento político" está representado en lo que vivió el país durante el gobierno del presidente Uribe debido al esfuerzo hecho por el mandatario por moldear toda la realidad a sus convicciones y conveniencias.
En cuanto a la economía y al mercado es ya un lugar común que "el progreso" está determinado por la mayor acumulación posible para empresas e individuos; entonces las organizaciones se pueden volver infiernos para los empleados, e incluso para sus directivos. Se adoctrina a futuros profesionales desde la universidad, y muchos de ellos sueñan con muy altos cargos y muy altos salarios, prestigio social y poder. De esta manera, una vez empiezan su vida profesional este adoctrinamiento los hace pasar por encima de todo y de todos. Lo que es aceptado mayoritariamente como legítimo termina causando un gran daño y en términos agregados una sociedad muy injusta. Cuando el ejecutivo conquista su gran salario y el poder, o el empresario logra unas fabulosas utilidades, es posible que se le olvide todo lo que quedó atrás, a aquellos mucho menos "favorecidos" que él, o el daño ambiental causado. Y todo surge en adoctrinamientos previos que aceptamos como normales, o incluso convenientes.
Si no estamos atentos para descubrir todos los adoctrinamientos que día a día cruzan por nuestro camino no podremos superar la violencia, la injusticia y la falta de solidaridad en que vivimos. Esto requiere un esfuerzo sincero y mucho valor.
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