Orlando Cadavid


Se acaban de cumplir 25 años de la estremecedora noticia del secuestro y posterior asesinato del ingeniero civil Fortunato Gaviria Botero, a quien le correspondió en suerte ser el número 60 en el orden cronológico de los gobernadores del departamento de Caldas.
El doble episodio sucedió el 17 de febrero de 1991, en un área de cuatro kilómetros cuadrados, en la vereda Morelia, aledaña a su finca La Gaucha, en el corregimiento San Joaquín, a 15 kilómetros de Pereira, patria chica de su primo hermano, el entonces presidente César Gaviria Trujillo, el hijo del tío Byron.
El reporte oficial indicó que el exmandatario caldense, de 39 años, murió el mismo día del secuestro a manos de sus plagiarios. Su cadáver fue hallado con un disparo de escopeta en el tórax, de carácter mortal, ocasionado por sus captores el mismo día en que fue hecho cautivo, sin que los criminales tuvieran tiempo de anunciar sus pretensiones económicas para devolverle la libertad. El sitio exacto donde se hallaba el cuerpo fue suministrado por los siete detenidos, luego de múltiples interrogatorios. Fue encontrado semisepultado a las 2:30 de la madrugada en un cultivo de café situado entre las fincas La Gaucha y El Ingenio. Había nacido el 24 de mayo de 1952, en Manizales.
Víctor Eduardo Pérez Castaño -su brazo derecho en los veinte meses de gestión- recuerda los que fueron los siete puntos primordiales del gobernador Gaviria: 1. Era un hombre solidario de principio a fin: 2. Ejercía una humildad a toda prueba; 3. Pugnaba porque los 3 departamentos del Eje Cafetero tuvieran condiciones de desarrollo amplias. 4. Mantenía un ánimo permanente porque las fuerzas políticas y el sector privado trabajaran de manera unida. 5. Estaba empeñado en que cada peso fuera lo mejor aprovechado (por eso trabajó de la mano con la Chec y el Comité de Cafeteros). 6. Fue suya la idea de darle a la educación la herramienta y fuerza necesarias para que fuera la mejor. 7. Le brindó a su gente un buen
trato y ayuda para todos, sin importar apellido, partido, vestido o dinero.
En la primera semana de agosto de 1986 se dedicaba el presidente Virgilio Barco, en Bogotá, a confeccionar la nómina de gobernadores. Al quinto piso de la Torre Don Pedro (sede de Caracol Manizales) nos llegó de buena fuente la versión, según la cual, el de Caldas sería Fortunato, el hijo de Don Milton. Lo contactamos. No tenía la más mínima idea. No confiaba en que le llegara el nombramiento. Sin embargo, acordamos no decir una sola palabra, al aire, para “no tirarnos la candidatura”.
Transcurrió una semana y nada que salía la nómina de Palacio. La redactora María Teresa Peñaloza mantenía permanente contacto con el ingeniero, en representación de nuestro equipo periodístico. Llegó el viernes, día de ir a darle vuelta a su finca cercana a Pereira, y ante el peligro de que se expidiera el decreto y el personaje estuviese ausente, (fuera de Manizales) le propuse con el debido respeto que grabáramos una entrevista que solo radiaríamos si era nombrado gobernador. Si el designado era otro, borraríamos la grabación. Y nos olvidaríamos del asunto.
La apostilla: A las 5 de la tarde de aquel remoto viernes salió la nómina de gobernadores y en ella figuraba Fortunato como nuevo mandatario de Caldas. Los demás medios locales no se explicaban cómo nos las ingeniamos para tener en exclusiva, durante 35 minutos, al aire, al nuevo gobernador Gaviria Botero. (Las partes habíamos pactado un “silencio cómplice” para que no se conocieran los entretelones de esta regocijante primicia informativa).
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