Luis F. Gómez


Colombia la más educada de América Latina en el 2025 es una meta bien audaz del Gobierno Nacional. Y debe ser una meta que todos los colombianos y colombianas asumamos como propia. Puede ser la mayor apuesta para el futuro del país, por encima de los TLC, de las obras de infraestructura de cuarta generación. Apostarle a la educación es la estrategia ganadora por excelencia, así lo han demostrado países que la han asumido en serio. Y el país no puede perder el norte en este tema, debemos mantener muy fijos los ojos y esfuerzos en el mejoramiento de la educación. Así que las reducciones en los ingresos fiscales no podrán ser razones para reducir el gasto destinado a la educación.
Muchos esfuerzos se han hecho y habrá que reforzar otros tantos, pues no se trata solamente que las escuelas tengan cupos para todos los niños y las niñas, que las instituciones educativas estén conectadas con Internet, que se complemente la alimentación de los estudiantes, que tengamos las maravillosas becas para estudiar en la universidad. Todo ello es importante. Pero la inversión clave es en los docentes. Los maestros y las maestras son el punto clave para que la educación haga la mutación esencial. Cuidadosos estudios en todo el mundo muestran que la calidad de la educación está ligada íntimamente con la calidad del docente. Por ello, hay que focalizar los esfuerzos en los docentes. Y es claro que se debe trabajar en la atracción de los mejores para esta profesión y que se asegure una formación permanente de los ya integrados en el sistema.
Para rescatar a los docentes es menester que cambiemos la manera como es vista por la sociedad esa profesión. El imaginario colectivo, que se construye con muchas percepciones y realidades, hay que cambiarlo. Por ello, me dolió mucho una noticia que LA PATRIA publicó esta semana. Es un hecho puntual, pero muy significativo. Se trata del deficiente servicio de suministro de medicamentos con cuentan los maestros y maestras. Y digo que me dolió porque es una forma de decir que para nuestra sociedad los profes no son importantes, propinándole así un fuerte golpe a la reputación de los maestros y a su bienestar. No solamente no es justo, sino que es un error estratégico en estos momentos se trate así a los profesores y exprofesores.
El Gobierno Nacional debe redoblar los esfuerzos por la defensa no solo de los derechos sociales y laborales de los maestros, sino asegurar que hagamos un cambio profundo de mentalidad para que los mejores se conviertan en maestros. La sociedad civil debe hacer otro tanto. Las Asociaciones de Padres de Familia y los Consejos de Padres de los colegios deben también aportar el grano de arena, haciendo que las condiciones de los docentes se mejoren sustancialmente. La responsabilidad de dignificar a los maestros es de todos.
Así, pues, que casos como el de Cosmitet no se pueden volver a presentar. A los maestros hay que respetarlos, cuidarlos y agradecerles por su misión.
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