En el año de la misericordia se impone que en esta Semana Santa ese tema sea un eje transversal de las celebraciones. Un eje que le dé sentido a las celebraciones y que genere un impacto en cada uno, de tal manera que movilice a los fieles a ser dinamizadores del amor de Dios.
El papa Francisco ha sido el gran promotor de la misericordia como la cara más cercana de Dios con los hombres y mujeres. Se trata, pues, de generar dinámicas profundas de perdón, mostrando así esa capacidad de Dios de estar cerca de los hombres, a no darse por vencido, y generando espacios de verdadero oasis para los hombres, allí donde la ternura del Señor se hace manifiesta.
El arzobispo de Manizales, Gonzalo Restrepo, en el marco de la Misa Crismal, en la cual se bendicen los óleos que se utilizan cada año, planteó una mirada de misericordia para la misma Iglesia: "Todos debemos perdonarnos, les ruego que perdonen a nuestros sacerdotes, pedimos perdón porque como humanos hemos caído, pero sepan que en nuestro corazón de pastores tenemos deseos de servir, amar y llevarlos a Dios". Esta es una iglesia humilde y consciente de sus límites. Es una iglesia que testimonia la misericordia de Dios. Ya el Papa había dicho: “¡La misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres!”.
A su vez, el papa Francisco hablando de la confesión, recordó a los sacerdotes que “entrando en el confesionario, acordémonos que es Cristo quien acoge, es Cristo quien escucha, es Cristo quien perdona, es Cristo quien dona la paz”. Y en este sentido, hay que ver a los sacerdotes como sencillos mediadores de esa gracia de Dios.
Vivir la Semana Santa en una clave de misericordia, puede ser un gran regalo para ver la vida de otra forma, con los lentes del amor de Dios.