Luis F. Gómez


El Plebiscito dijo “no” mayoritariamente. Pero también dijo “sí”. El país se manifestó dividido en dos porciones muy similares. La democracia en una expresión electoral ha manifestado su voluntad de no apoyar mayoritariamente los acuerdos que había firmado el Gobierno con las Farc. Se impuso la renegociación. Y las partes así lo han comprendido. Se impone una decisión de las urnas y se abre una nueva negociación. ¿Hasta qué punto las Farc están dispuestas a renegociar?
La expresión del Plebiscito muestra que la sociedad colombiana no tenía una posición unánime sobre el tema, sino que había muchas dudas sobre lo acordado. El país con esta situación está ganando una posibilidad para que se busque un consenso mucho más amplio y general sobre la forma de darle tratamiento a las Farc que deja la violencia armada y se reintegra a la sociedad civil.
La construcción de ese consenso debe ser un proceso bien importante y de honda perspectiva, para que esa construcción sea también un momento para que cada uno de los colombianos y colombianas nos comprometamos de veras con generar condiciones para que haya paz estable y duradera. Esta va mucho más allá de las cláusulas jurídicas y concretas de un documento que se llegue acordar de nuevo, sino que toma vida en cada uno de los ciudadanos. Si se quiere esta es la gran oportunidad que está abriéndole al país la victoria del “no” en el Plebiscito, que se pueda llegar a un acuerdo que sea mucho más incluyente de todos.
Otro punto fundamental que hay que reconocer es la malformación que como sociedad el conflicto nos fue permeando en nuestra “genética social”. Nos ha hecho insensibles al dolor, nos ha justificado que los medios no importan que los resultados todo lo justifican, que la vida no es sagrada, que la dignidad humana no es intocable; lo que podríamos llamar el daño antropológico que generó el conflicto en todos como sociedad. Pues, bien, debemos ser muy conscientes de esta situación. Todos tenemos que sanarnos, todos debemos salir de las lógicas de la guerra y entrar en unas nuevas lógicas, la de paz y reconciliación. El proceso que viviremos seguramente podrá servirnos mucho en este sentido, todos como sociedad debemos salir muy fortalecidos y engrandecidos.
La decisión del domingo pasado, nos abre un nuevo ciclo en el país que debe estar potenciado por la reconciliación, la responsabilidad y el diálogo mutuo. Debemos escucharnos más, mucho más.
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