Los espacios de aprendizaje se están transformando y han tomado una importancia clave en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Los lugares donde se lleva a cabo el acto pedagógico son cruciales para asegurar el éxito del proceso. 
Las transformaciones del servicio educativo son múltiples y profundos, no pueden ser ajenos a los cambios que se generan en el mundo. Los cambios generacionales son marcados y la tecnología está revolucionando las formas de relación.
Hay, pues, si se quiere, varios devenires: 
De un modelo de educación más bien único estamos mutando hacia un modelo múltiple de educación, en donde distintos modelos se traslapan, complementan y hasta entran en tensión. 
De un solo lugar de aprendizaje, que generalmente era una unidad idéntica que se repetía en largos corredores, se hace tránsito a los múltiples espacios. Ya no solo el aula tradicional, sino otros espacios para el trabajo colaborativo y creativo. 
De unos espacios rígidos, donde se construía para “siempre”, se pasa hacia unos espacios flexibles, que se puedan adaptar a las necesidades pedagógicas y a los tamaños de los grupos y dinámicas que se quieran implementar.
El papel de los profesores ha sufrido una gran transformación. Ya el profesor que transmitía contenidos ha dejado de existir, solo algunos dinosaurios todavía andan en algunas aulas. El nuevo paradigma hacia un profesor que cada vez es mucho más acompañante de proceso de aprendizaje.
De otra parte, hay dos dinámicas pedagógicas que impactan en los ambientes de aprendizaje: el hecho de aprender haciendo y la indagación sobre la base de proyectos interdisciplinarios. La óptica de área del conocimiento está siendo revaluada. Se trata, pues, de asumir una visión compleja y más cercana a la realidad.
Así, pues, los espacios de aprendizaje evolucionan y lo hacen por la transformación profunda de los procesos educativos.