Luis F. Gómez


El mejoramiento de la educación tiene que pasar por una profunda alianza entre el sector público y el privado. A los escépticos les comento que no hay escapatoria, esta es "la" vía para mejorar nuestros estándares de calidad en la educación. Es una de las grandes conclusiones de un interesante estudio de un par de investigadores en ese campo que escribieron el libro de reciente edición: "Educación 3.0: la batalla por el talento en América Latina". Sánchez y Mcbried presentan un análisis de la importancia que tiene para la competitividad de las naciones el desarrollo del talento humano.
Me llamaron la atención especialmente varios puntos de este sugerente libro: La claridad que el sector privado puede ofrecer una gestión de la educación y una articulación con el sector productivo muy importante para el desarrollo del talento de manera pertinente para las necesidades de las economías. Igualmente subrayo otra afirmación: La limitación tan profunda y realista del sector privado metido en este campo por la visión de lucro y la usual mirada de corto y mediano plazo tan propia de muchos inversionistas, perdiendo una visión de profundidad del largo plazo clave en los procesos de desarrollo de talento humano y de competitividad. Por ello, la solución no va por el lado de, por ejemplo, como se trató de hacer en el Gobierno Santos I con la exministra María Fernanda Campo, del proyecto de abrir el servicio universitario a entidades con ánimo de lucro, sino que la salida va por el camino de un trabajo colaborativo entre ambos.
Ya hay algunos ejemplos muy ilustrativos de esta colaboración público-privada en distintos países de América Latina. Quiero resaltar cómo en Colombia el reciente programa de becas "Ser pilo paga" está fundamentada en esa colaboración, pues se permitió a los estudiantes hacer una libre elección de la universidad donde deseaban realizar sus estudios, y entre las elegibles estaban las universidades acreditadas, fueran públicas o privadas. Pues bien, esta es una manera como la gestión privada de la educación a través de entidades sin ánimo de lucro entra a fortalecer las estrategias de ampliar la cobertura de la educación universitaria en el país. Fueron 10 mil cupos. Muchos de ellos implicaron un aumento efectivo de los cupos universitarios, acción que no habría sido posible realizar en tan corto tiempo si no es por la participación de las universidades privadas. Otro ejemplo que ha sido bien interesante es el de formación de los docentes oficiales a través de becas en muchos de los programas de maestría de las universidades privadas. Oír a los maestros contar sus experiencias de repensar su misión y tarea en el aula con base en sus estudios de maestría es bien diciente del impacto efectivo que tiene la inversión en los maestros.
La sociedad colombiana tiene que sentarse a hablar mucho más sobre la educación en el país, hay que poner a funcionar nuestra creatividad para diseñar nuevos esquemas de colaboración entre lo público y privado. Nuevas fórmulas seguramente podrán aparecer para entre todos podamos cumplir la meta de Colombia la mejor educada de América Latina para el 2025.
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