Carolina Martínez


Ahora resulta que al procurador le dio porque la Corte Constitucional fue engañada en la sentencia que emitió para el caso específico de la adopción de una niña por parte de Verónica Botero y Ana Elisa Léiderman. Qué tal eso, si los engañados fuimos todos, menos la Corte.
Engañados porque lo que supuestamente fue un triunfo para la comunidad LGBTI es una sentencia que sentencia, viciada por la discriminación y la falta de criterio. Porque fue hecha a la medida de este caso específico, y único. Me alegra mucho por ellas y por la niña, que fueron las únicas que ganaron, pero es una derrota para el resto de homosexuales que quieran adoptar en Colombia bajo circunstancias normales, y también para los niños y niñas que están bajo la protección del ICBF rezándole al cielo todos los días para que les mande un hogar donde los quieran.
Circunstancias normales son el resto, en las que no se sabe quién es el padre y en algunos casos tampoco la madre, ni dónde están. Y si se supiera, muy pocos de estos padres, algunos sumidos en la ignorancia producto de las pésimas condiciones de vida que por lo general incluyen consumo permanente de alucinógenos para sobrellevar el hambre, van a dar la aprobación para que sus hijos sean adoptados por unos ricachos malnacidos.
Que el menor sea hijo de uno de los miembros de la pareja y que se tenga la aprobación de uno de ellos, son las condiciones que pone la Corte para la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Como quien dice, aplica únicamente para este caso porque es imposible otro igual, por lo menos de los que están en Bienestar Familiar, que dicen que son más de 8.000. Tanto hablar del interés superior del niño, tanto preocuparse por la orientación de quien lo adopta, tanto predicar sobre derechos humanos y pacatas religiones, y a pocos les importa que miles de nuestros niños crezcan en un hogar sustituto o institución de donde, además, si no consiguen quien los adopte serán sacados al cumplir los 18 años.
Esos moralistas anacrónicos no conocen el amor, ni un lugar que se llama "Casa egreso". Allí mandan a los menores de difícil adopción cuando les faltan seis meses para cumplir la mayoría de edad, con el fin de enseñarles a hacer hojas de vida, coger bus y arreglárselas en las ciudades capitales, como Bogotá. Tienen unos meses para volverse grandes, conseguir puesto e independizarse ¡Eso ni bien educados! Pero a ellos les toca, porque apenas cumplan 18 el Estado deja de colaborar con su manutención. Y adivinen qué pasa. Ni consiguen trabajo ni se independizan ni cumplen sus sueños. La mayoría vuelven a recorrer sus pasos a aquellos lugares de donde salieron.
Entre estos niños de difícil adopción -incluidos en esta cruel y realista clasificación por ser mayores de siete años, tener un grupo de hermanos ser discapacitados o afrodescendientes- cuántos serán los que tendrán la oportunidad de ser adoptados, sin importar por quién, y cuántos son hijos biológicos de uno de los padres que los quiere adoptar y cuántos tienen un padre o madre que dé el consentimiento para su adopción o cuántos tienen vivos a los padres biológicos para que firmen. No hay derecho, un país con tantos homosexuales, un país lleno de niños abandonados, cómo es que todavía hay gente civilizada que está en contra de que unos adopten a los otros.
Y es que las familias heterosexuales colombianas solo quieren adoptar bebés y de estos hay pocos, apenas para cubrir la demanda heterosexual. En cambio niños más grandecitos hay demasiados miles, y solo el 5% de familias colombianas los adopta, por lo que parte de la solución puede ser que estos niños de difícil adopción puedan ser adoptados por parte de homosexuales, nacionales y extranjeros, sin importar si son una pareja o son solteros o qué preferencia tienen a la hora de tomar el té, las condiciones para la adopción homosexual deberían ser las mismas que para la heterosexual.
Y para completar, resulta también que a Viviane Morales se le dio porque hay que hacer un referendo para consultarle al pueblo si quiere que las parejas homosexuales adopten. A quién se le ocurre que la gente vote para rechazar los derechos que no les gustan. Los derechos humanos son inviolables y no dependen de la votación de las mayorías. Ay Dios, siempre que salen con una idea antidemocrática y demoniaca como esa hay por ahí atravesado algún fanatismo religioso.
Lo que deberían hacer es preocuparse de verdad por tantos niños que no tienen posibilidades de conseguir una familia, por los que se están muriendo de hambre y sed en este país o por los que están en Casa egreso y cuando salgan repetirán su historia de abandono. El resto son maricadas.
Y que Dios los perdone.
Y amen (sin tilde)
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