Alejandro Samper


"No soy optimista con la nueva realidad porque es virtualmente una bomba de tiempo para el individualismo y la variedad cultural". La frase la tomo de una columna escrita por el músico Andrés Calamaro, y que publicó el diario ABC de España a mediados de febrero. En ese espacio que tituló La izquierda de los papanatas (bit.ly/1QhARrh) el cantante argentino, radicado en España, cuestiona el movimiento político Podemos y, por ahí derecho, muchas otras cosas que están pasando en el mundo y que amenazan la individualidad de las personas.
Hoy es difícil expresarse con libertad sin ofender o pisar callos. Así se use la palabra correcta, siempre hay alguien que vive como un nervio expuesto y se sienta ofendido. Por ejemplo, hace dos semanas usé en este espacio la palabra "cacorro", aceptada por la Real Academia Española de la Lengua (RAE) y que significa "hombre homosexual", pero el señor Clemente Preciado Ángel hubiese preferido la palabra "chivo". Pero busco en la RAE y no encuentro que "chivo" signifique "hombre homosexual".
Con el término que usé buscaba contundencia, precisión y brevedad. No quería un eufemismo, de tantos que se usan para ocultar lo que de verdad se quiere decir, pues creo que el país necesita más verdades (por duras que sean) que versiones a medias u ocultas detrás de sutilezas. Pero bueno, ahora soy un "homófobo rampante", según el señor Clemente, que en el correo enviado escribe que no usa su verdadero nombre "por razones obvias, o mejor por cobardía".
Y con la columna de la semana pasada, en la que cuestioné las intenciones de las Farc con el proceso de paz me tildaron de "uribista", de "pavaquicenista", de "alzateavendañista"... de apoyar el discurso guerrerista, de no querer la paz. Al parecer, es terriblemente malo cuestionar los motivos de esta guerrilla para negociar con el gobierno de Juan Manuel Santos, o los permisos que les dan a los cabecillas subversivos para que hagan esas "jornadas pedagógicas". Ayer no más estaban en el Cauca, región de ellos y donde se mueve mucho narcotráfico. Puede que efectivamente estén hablando con sus tropas sobre dejación de armas, reincorporación a la sociedad y ayuda a la comunidad, pero también pueden estar hablando de ocultar caletas con dinero y armas, de mover cargamentos de marihuana y cocaína, de nuevas rutas para traficar. "Piensa mal y acertarás", dice el refrán.
Se vuelven temas tabú. Es más fácil ir con la corriente y decir que la paz va de manera maravillosa (para obtener pauta del Estado, por ejemplo), que hay que ser políticamente correctos (para no ofender a algún grupo social), y sumarse al coro de trinos, mensajes de texto, Facebook y demás redes sociales cuando un tema se vuelve "trending topic". Hoy es popular estar contra la iglesia y tildar a los curas de pederastas gracias al Premio Óscar que ganó la película Spotlight, pero el próximo año vendrá el papa Francisco y este pueblo será papista y católico a rabiar. Pobre de aquel quien por esos días escarbe y haga público el pasado de Bergoglio durante la época de la dictadura en Argentina.
Lo siento por aquellos que rigen su vida por esas tendencias de opiniones "transgénicas" (como las califica Calamaro), pues en este momento deben ser veganos y con una vida fit, así todo lo anterior sea mentira. También serán pacifistas de corte santista con influencia budista, marxista-leninista. O seguidores del Centro Democrático que usan el Twitter para decir que ojalá se mueran o les pase algo terrible a quienes piensan diferente a ellos, pero que en su perfil de Facebook se llaman animalistas. "Bobalicones llenos de razones" con "superioridad moral", registra el cantante argentino.
Insisto, como lo he escrito muchas veces en este espacio: aquí no se le presta la atención debida a los temas importantes, a los que olvidamos porque un escándalo tapa otro escándalo. Aquí nos quedamos enfrascados en temas poco trascendentes y que de manera peyorativa se asocian con tendencias homoeróticas, sin que necesariamente correspondan a los comportamientos de los integrantes de la comunidad Lgbti. O sea, maricadas (no se ofenda, señor Clemente).
Ya lo decía el filósofo canadiense Marshall McLuhan, "La indignación moral es la estrategia del imbécil para parecer digno".
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