Alejandro Samper


El fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre, está bajo los efectos de la oxitocina, dopamina y vasopresina. No, no es un adicto a drogas sintéticas o está trabado con la marihuana legal que ya se puede consumir en el país con fines medicinales. El fiscal está enamorado.
Los investigadores que han dedicado su vida a estudiar los efectos del amor en el cuerpo dicen que el cerebro del enamorado libera las sustancias anteriormente mencionadas con el fin de establecer lazos de fidelidad y cariño. Nos vuelven adictos a nuestro objeto de deseo. También producen un descenso de la actividad del córtex frontal, una región cerebral relacionada a la experiencia de emociones negativas y formación del juicio. O sea, se ve todo hermoso, no hay defectos en quien amamos. También merma el trabajo de la amígdala cerebral, fundamental en la respuesta ante las amenazas. Nos hace menos racionales en nuestras decisiones.
Quien le produce maripositas en el estómago a Eduardo es la politóloga y contratista de la Fiscalía, Natalia Springer. Rubia, atractiva, inteligente y hábil en los negocios. Montó la famiempresa Springer Von Schwarzenberg Consulting Services S.A.S., junto a su hermana y su hermano, y obtuvo unos polémicos contratos por cerca de 4 mil millones de pesos con la Fiscalía. Unos que, contra viento y marea, el fiscal enamorado sostiene, a pesar de que sus contradictores han demostrado que los resultados de los informes de la schönheit Natalia (o sea, "la bella Natalia", porque a ella le gusta más el uso del alemán) no son novedosos. Parecen más un 'copy paste' de otros análisis.
¡Pero qué importa! Acaso el poeta del Siglo de Oro español, Francisco de Quevedo, no fue quien dijo que “el amor es fe, no ciencia”. Pues el fiscal le tiene mucha fe a los documentos científicos de Natalia. Sin embargo, ese millonario escándalo de contratación que se destapó en agosto de este año solo sería una sombra de lo que se vendría en los próximos meses. Como dirían algunos amantes acosados por las ganas y el temor: fue la puntica nada más.
Cargado de dopamina, Montealegre ha retado al procurador, Alejandro Ordóñez; a los medios de comunicación, y al grueso de colombianos que ven con ojeriza esta relación. Una que se ha paseado por los despachos de la Fiscalía y hasta por Washington D.C. Seductora, Natalia Marlén Lizarazo Tocarruncho le susurra al oído términos como "herramientas cuantitativas", "econometría", "georreferenciación" y "algoritmos". Y a Montealegre se le debilitan las rodillas.
Pero el enamoramiento del fiscal ya toma ribetes de imbecilidad. Dicen que el amor nos hace cometer estupideces como perder la dignidad, el orgullo o llegar a delinquir. En su reciente pruebita de amor, Eduardo Montealegre le entregó el pasado jueves a su amada Natalia el premio Enrique Low Murtra. Este es un reconocimiento que se le hace a los empleados de la Fiscalía que se han destacado en algo, pero yendo en contra de todos los estatutos y, al parecer cayendo en peculado, el mandamás del ente investigador se lo entregó a Springer. Además de la plaquita que le entregaron, se embolsilló cerca de 15 millones de pesos.
Eduardo, tragado, le pide a su sucesor que mantenga los contratos de su querida Marlén. Ella, finge ser indiferente, pero lo sigue seduciendo con sus guarismos y curvas. El fiscal está preso del deseo de arruncharse en el Montealegre de la Tocarruncho.
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