"No, no soy estúpido (…) No lo haré, no soy un idiota", son las palabras de uno de los ejecutivos de la multinacional Monsanto, cuando en una entrevista para el Canal + de Francia le ofrecieron tomar un sorbo de agua mezclada con glifosato, sustancia que ellos producen. El video lo pueden ver aquí: http://bit.ly/1blJqEc, y hasta ese momento el lobbista había hablado de las bondades del pesticida, negaba que fuera cancerígeno y aseguró que uno podría tomarse un vaso completo de Roundup sin sufrir daños en el organismo.
¡Claro que el glifosato es malo! ¡Es malísimo! Por eso hay que aplaudir la decisión del presidente Juan Manuel Santos de atender las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de parar las fumigaciones aéreas de cultivos ilícitos con con este tóxico.
"La decisión se da luego de conocer un estudio de un panel de expertos de la Agencia Internacional para la Reinvestigación en Cáncer donde hace una clasificación de cinco plaguicidas, entre ellos el glifosato. Allí lo clasifican en el grupo 2A, lo que significa que hay suficiente evidencia de que produce cáncer", explicó el ministro de Salud Alejandro Gaviria.
Otra evidencia de que el glifosato es nociva para humanos, animales, plantas y suelo es la sanción que la Corte Internacional de Justicia le impuso a Colombia en 2013 de indemnizar al Ecuador con 15 millones de dólares por las aspersiones en la frontera y que afecto los cultivos y la salud de los campesinos ecuatorianos. Y no es que allá sean más propensos a ser fumigados con Roundup que acá, sino que aquí las denuncias de los afectados por este agente cancerígeno han sido acalladas para evitar perder la plata que entra el país por el Plan Colombia promovido por Estados Unidos. Y, obviamente, los ingresos que le entran a Monsanto.
Wikileaks hizo pública la alianza que tiene esta multinacional con el Departamento de Estado gringo y poderosas organizaciones como la Fundación Gates, que tiene planes de cultivos en África. La cadena funciona así: El gobierno estadounidense promueve la fumigación con glifosato y le da a las naciones "apoyadas" por sus políticas - como Colombia - un subsidio para que compren pesticidas que les ayuden a acabar con plantas de coca o maleza (en el caso de algunos países de África). Ya sea para erradicar la producción de cocaína o preparar el suelo para cultivos. Una vez acaban con las yerbas y el suelo está "preparado" - intoxicado - llegan las bienintencionadas fundaciones a promover cultivos y desarrollo agrícola. "¡Qué bien!", pensará usted. El truco está en que en ese suelo solo crecerán las semillas modificadas genéticamente - las transgénicas - como las que produce Monsanto. Sí, porque la multinacional de agroquímicos también está dedicada a la biotecnología agrícola.
Pero solo vale comprar Monsanto.
La prueba está en que cuando en 2012 la Policía Nacional quiso comprar un pesticida china, de iguales características al producido por Monsanto, pero muchísimo más económico, la Embajada de Estados Unidos amenazó con retirar el apoyo a la lucha antidrogas. La denuncia la hizo en su momento El Espectador (http://bit.ly/1c2YJms).
Ahí radica la rabieta del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, y la petición de que se siga fumigando del director de la Policía Nacional, Rodolfo Palomino. Les deja de entrar esa platica.
Los opositores podrán decir que la decisión del presidente Santos es para beneficiar a la guerrilla y llevar a mejor puerto los diálogos con las Farc en La Habana (Cuba). Puede ser. Pero es innegable que el glifosato es veneno. No en vano está prohibido en casi todo el mundo. No en vano Monsanto ha pagado millonarias indemnizaciones a países como Corea que se vieron afectados con sus aspersiones. No en vano ha comprado con millones de dólares el silencio de sus empleados con tal de que no divulguen que resultaron con cáncer y otros males luego de exponerse a lo que allí producen.
Todo eso está documentado. Ya era hora de que paráramos el envenenamiento sistemático y el chantaje del que veníamos siendo víctimas.
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