Los recientes escándalos de corrupción nacional - como Odebrecht y Reficar - han servido de vitrina para que a muchos políticos les abran los micrófonos en los medios de comunicación y desde allí planificar sus estrategias a futuro.
Entonces sale el director de Planeación Nacional, Simón Gaviria, hijo del expresidente César Gaviria, proyectándose como fórmula vicepresidencial del actual vicepresidente, Germán Vargas Lleras, nieto del expresidente Carlos Lleras Restrepo. Y después sale el exvicepresidente Francisco Santos, cuyo tío abuelo fue el expresidente Eduardo Santos Montejo y que es primo hermano doble del actual presidente Juan Manuel Santos, a echarle flores a Andrés Pastrana Arango, expresidente de la República e hijo del expresidente Misael Pastrana Borrero. Y el director nacional del partido Cambio Radical, Rodrigo Lara Restrepo, hijo del asesinado ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, se enfrasca en una pelea con los hermanos Galán - Juan Manuel y Carlos Fernando -, hijos del asesinado candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento. Y David Zuluaga, hijo del excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga, no sale de un escándalo para meterse en otro, como le sucede a Martín Santos, hijo del actual presidente, y a Tomás y Jerónimo Uribe, hijos del expresidente Álvaro Uribe; y al anteriormente mencionado Simón Gaviria. Y todos - TODOS - pasan por los micrófonos de Julio Sánchez Cristo, hijo de Julio Enrique Sánchez Vanegas, pionero de los medios radiales y televisivos del país.
Uno ve toda esa endogamia y cabe preguntarse ¿cuándo se degradan del todo? 
Busqué un poco sobre los materiales reciclajes y encontré que el plástico, por ejemplo, no aguanta más de cinco procesos de reciclaje antes de quedar inservible. Y que la fibra de celulosa del papel no soporta más de seis reutilizadas, pues en cada una va perdiendo algo de sus propiedades. Los metales aguantan un poco más, pero al final también se rebaja; para darles la misma dureza y mantener sus propiedades deben agregarle aditivos.
Los Gaviria, los Santos, los Pastrana, los Galán, los Lleras, los Zuluaga, los Lara… son líderes de papel que ya carecen de fibra en su celulosa. Son tan contaminantes como el plástico y muy metalizados: necesitan de constantes aditivos - alianzas con partidos, cambios de bando, apoyos poco santos con caciques regionales - para mantenerse fuertes.
Paralelo a estos están los otros herederos del poder, a esos que no los unen los lazos de sangre. Bueno, digamos “lazos de sangre” en sentido figurado, porque sangre sí ha corrido para que algunos de estos personajes ostenten el poder.
En Caldas, por ejemplo, tuvimos a los controvertidos dirigentes Víctor Renán Barco, Ómar Yepes y Luis Guillermo Giraldo, quienes cedieron su poder a nefastos personajes como Ferney Tapasco y Arturo Yepes, quienes luego delegaron en los parapolíticos Dixon Ferney Tapasco y Enrique Emilio Ángel, o dirigentes incapaces como Adriana Franco. Estos luego dejaron sus votos a personajes como el actual alcalde de Manizales, José Octavio Cardona León; al representante Mario Castaño Pérez, a los senadores Luis Emilio Sierra y Mauricio Lizcano.
La mayoría de ellos hicieron carrera junto a las cabezas de la coalición yepobarquista. Comenzaron cargándole le maleta a alguno y llevándoles antigripales a otros, como los pintó Orlando Sierra Hernández el 1º de octubre de 2000, en su columna Esos hacedores de mandados. Aprendieron sus mañas con el único mérito de heredar sus votos. 
Hago eco de este texto, como lo hizo Adriana Villegas Botero (Las palabras vivas de Orlando, 23 de enero de 2016), pues tanto los herederos genéticos como los mandaderos son “pusilánimes de vocación”, como los tildó Sierra Hernández.
Degradados, degradantes y contaminantes. Así son nuestros políticos. ¿Saben qué material se puede reciclar indefinidamente al 100% y no pierde ninguna de sus propiedades? El vidrio, que es transparente o al menos traslúcido. ¡Ah! Y el plomo, que ese sí es más compatible con la política.