Alejandro Samper


Con todo lo que sucedió esta semana con las marchas de ciudadanos y algunos políticos y religiosos protestando por una cartilla del Ministerio de Educación con la que buscan enseñar la tolerancia a las diferentes razas, etnias y condiciones sexuales en los colegios, les voy a contar una anécdota...
En el 2002 me encontraba haciendo un posgrado en Barcelona y una noche salimos varios estudiantes a comer y tomar algo en un bar. Algunos fueron solos, otros fuimos con nuestras novias. Cuando ya era hora de regresar a casa, acompañé a Gastón -un argentino porteño- y a su esposa hasta el metro; allí, en medio de la despedida, me dio un beso en la boca y "chau", se fue.
El pico me dejó patidifuso. Para alguien cuyas emociones tienden a ser planas, como yo, ya era suficiente el saludo de dos besos en las mejillas que se usa en España. Pensé que si me volvía a encontrar a Gastón, no sabría si agarrarle la mano o preguntarle si es que los tragos de esa noche le habían mojado la canoa. Entonces recordé que en Argentina es común que los amigos -no los conocidos o compañeros- se saluden o despidan de beso en la boca. De pico. Y en vez de molestarme me alegré de que alguien tan bacano como él me considerara su amigo.
Ese beso no me volvió marica. Tampoco homofóbico o porteñofóbico. Y no creo que quienes usan el beso como demostración de afecto sean unos corrompidos, como lo han hecho creer algunas personas en las redes sociales. La presentadora Maleja Restrepo, esposa del deportista extremo manizaleño Tatán Mejía, publicó en la internet una foto de ella dándose un beso, un pico, en la boca con su hija Guadalupe y de inmediato le llovieron rayos y centellas. Le dijeron que no era correcto, que estaba estimulando una zona erógena, que era sucio porque transmitía bacterias...
Y esta semana le ocurrió lo mismo a la farandulera Victoria Beckham. En un gesto similar al de Maleja, la exSpice Girl le dio un besito a su hija y en Instagram llegaron a decir que era un gesto de "explotación y abuso sexual".
Cuando mi hija aprendió a dar besos uno de los primeros que me dio fue en los labios. Fue instintivo y puro cariño. Así se los ha dado a la mamá, los abuelos e incluso a una primita de la que se despidió después de jugar con ella. Ni pervertidos, ni degenerados, ni lesbianismo infantil, como lo podría creer alguien con una mente -esa sí perversa- como la del procurador Alejandro Ordóñez.
Traigo a colación a este personaje porque es una de las cabezas visibles de ese movimiento ultra conservador que se está gestando en el país. Un grupo de personas que desde sus cargos y con sus discursos oscurantistas le están metiendo miedo a la gente, llevándola a sentir culpa al recibir o dar alguna demostración de afecto. Hay que ver las contorsiones que hacen algunas profesoras del jardín de mi hija cuando los niños se despiden y ellas, para evitar algún contacto en los labios, se contorsionan como poseídas por el demonio. Terminan recibiendo el incómodo beso en el mentón, en la frente, en la punta de la nariz o en un ojo.
Ahí, en esas expresiones, no hay morbo. Luego viene la parte pedagógica, tanto de padres como de profesores, de explicarles que no a todo el mundo se besa y que uno no se besa con todo el mundo. Pero sin meterle misterio a la cosa. Mucho menos terror.
Leí el polémico Manual que puso a temblar a la Parody y que llevó a muchos a protestar en la calle y no le encontré malicia. Sí la hay en quienes hicieron pasar una novela homoerótica como la cartilla pedagógica. Tampoco encuentro mal en la nueva ley de orientación sexual en los colegios. El procurador Ordóñez, sin embargo, ve al demonio en ella: "la usan como pretexto para instrumentalizar el cumplimento de unos deberes y disolver la familia, corromper la niñez y quitarles la pureza.... Solo le faltó quemar la cartilla como lo hizo con otros textos "inmorales" durante su juventud.
Sus palabras y actuar no son muy diferente de los del ayatolá iraquí Ali al-Sistani, quien predica la buena moral en la sociedad, el cuidado de los niños y condena el fanatismo (pueden leerlo en http://bit.ly/2bp8uQs). Sin embargo, varias ONG señalan sus métodos para imponer el terror en la comunidad con su fatua, en cómo promueve los matrimonios de adultos con niñitas menores de 12 años, y cómo de enero a junio de este año sus seguidores han ejecutado a 77 homosexuales lanzándolos desde los edificios más altos.
Las marchas de esta semana no tienen nada que envidiarle a la de los radicales islámicos en Siria o Iraq. En el tema de la educación sexual no hay que tomar posiciones radicales, hay que buscar la comprensión y entender la diversidad. Como leí en un trino: "Leer la cartilla del minEducación no hará a su hijo homosexual, como leer Harry Potter tampoco lo hará mago".
Y hay que dejar de estar señalando, condenando y moralizando todo: desde besos a guías para mejorar la educación sexual y la tolerancia en el país. Muchas veces el pecado está en el ojo del culpable y tal vez al procurador le hicieron falta más besos de niño.
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