Alejandro Samper


Este año que termina no solo fue bisiesto sino que durará un segundo más. Por esas cuestiones planetarias, el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia añadió un segundo extra al día de hoy. Esto se conoce como "segundo intercalar" y sirve para que los relojes atómicos sigan precisos y estables.
No creo en agüeros, supersticiones o presagios como que los años de 366 días son terribles, que las lunas rojas traen violencia o que si Álvaro Uribe tose tres veces seguidas es porque alguien cercano a él será investigado. Pero debo reconocer que el 2016 fue un parto de mula. Un año de altibajos emocionales y de decepciones.
De entrada, el hecho del año fue la mentira. Se mintió en el Brexit, en el plebiscito por la paz y en las elecciones presidenciales gringas. Todos, al otro día de conocerse los resultados exclamaron "¡pero qué hicimos!".
No es embuste o exageración. Al otro día del triunfo del Brexit, lo más buscado en Google por los británicos fue "¿Qué significa abandonar la Unión Europea?". Y alrededor de 2 millones de habitantes del Reino Unido firmaron la semana siguiente una petición al Parlamento para que repitieran el referendo.
En Colombia, el jefe de la campaña por el 'NO' al plebiscito por la paz, Juan Carlos Vélez Uribe, confesó para el diario La República que manipularon a los electores. Que desinformaron para indignar a la gente para que esta "saliera a votar berraca".
Y Donald Trump alcanzó la Casa Blanca prometiendo imposibles: Kilométricos muros fronterizos, aumento de sueldos, acabar con tratados comerciales para abrir empresas en EE.UU., bombardear con armas nucleares a los yihadistas... Sus seguidores, sin embargo, se sorprenden al ver que ya se está echando para atrás en esas promesas populacheras, racistas y violentas.
Menos mal se acaba el 2016, un año en el que murieron muchos personajes y celebridades. Aún en sus estertores, este bisiesto logró llevarse a la Princesa Leia y a su madre, la encantadora Debbie Reynolds. Pero son David Bowie, Muhammad Ali y Johan Cruyff los que más extrañaré. Talentos sin igual. Héroes.
Fue un año malo hasta en el entretenimiento. Batman y Superman se pelearon en un bodrio de más de dos horas y lo único destacable de la ganadora del Óscar a Mejor película es que un oso viola a Leonardo Di Caprio. Sí, vinieron los Rolling Stones, pero en medio de mi emoción por verlos en vivo me quedó ese sabor de que estos dinosaurios del rock están próximos a extinguirse.
Es que ni la paz fue buena noticia. Polarizó al país, se firmó el acuerdo a troche y moche, y quedó para su aprobación en la institución más desprestigiada del país: el Congreso de la República, nido de corrupción y clientelismo. Sí, al presidente Juan Manuel Santos le dieron el Premio Nobel de Paz, pero desde que le entregaron la medallita no ha vuelto a poner la cara en asuntos de interés nacional.
Se va el 2016 dejándonos una reforma tributaria que beneficia a los ricos y le mete la mano al bolsillo a los estratos populares. Que incrementa el valor de la canasta familiar y que no sanciona a los evasores. Nos clavaron un IVA del 19% y - para cuando escribo esto - discuten que el salario mínimo no debe aumentar por encima del 8%. ¡Chichipatos!
Solo falta que esta noche Jorge Barón invite a Steve Harvey para que haga el conteo regresivo del fin de año, y a la doceava campanada, diga que se equivocó, que hay que agregar el segundo extra. Como trinó la cantante Madonna al enterarse de que su amigo George Michael se había muerto en la noche de Navidad: "¿Puede el 2016 irse a la mierda ya?".
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