Pbro. Rubén Darío García


LA PATRIA | MANIZALES
Tu vida será verdaderamente feliz, si logras adquirir la conciencia de que dependes de ‘alguien’ que te dio la existencia y que además te conduce, mostrándote ‘cómo vivir’ realmente una presencia en el mundo llena de sentido.
“Sin Mí, —dice la palabra de hoy—, no puedes hacer nada”. Esto podría significar que: si la vida cotidiana transcurre guiada por las enseñanzas de Jesús, cada minuto adquiere un sentido tal, que se puede experimentar gozo continuo en todas las situaciones o acontecimientos y de modo particular en aquellos que, normalmente, producen angustia.
En el Salmo, se nos entrega una esperanza maravillosa: “Me hará vivir para Él”. Trata de entrar en el contenido de este verso: “Vivir para Él”. Esto da ya una finalidad a tu ser y existir. “Para Él vivimos”. Ahora bien, más profundamente, dice: “Me hará”. Es decir, no soy yo quien, por mis propios esfuerzos, ‘logro’ vivir para Él. Es Él mismo quien me ‘hace capaz’. La razón fundamental está en el hecho pascual del cual estamos bebiendo gracia y bendición. Jesucristo ha vencido la muerte en la Cruz, entregando su vida totalmente sin exigirnos nada a cambio: ‘gratuitamente’. Él ha roto las ataduras de la muerte, amando hasta el extremo. Es por esto por lo que, tú y yo, ya podemos participar de la vida derramada a causa de su resurrección.
Sin Él, ninguna de nuestras acciones adquiere sentido. La enfermedad, sin Él, puede ser entendida como un castigo divino y una pérdida. Con Él, la misma enfermedad, adquiere un significado muy distinto: ella es un canal de santificación. Es ganancia. La pérdida de un trabajo, puede ser, para quien tiene fe, la ayuda contra la soberbia. Sería, al mismo tiempo, como una manera de ‘podar’ el árbol, con la finalidad de dar más fruto. De este modo, los acontecimientos adversos, transparentarían el amor y el abrazo de Dios, antes que su olvido o enojo.
Un ejercicio que podría ayudarnos a comprender esta propuesta de vida que nos hace la Palabra, podría ser tomar en tus manos y escribir cuantos ‘ceros’ dé el espacio en blanco de la hoja. Podrías continuar sin detenerte y el resultado siempre será ‘0’. Si colocas un ‘1’ al inicio de los ‘ceros’, podrás comenzar a ‘sumar’.
El ‘1’ es Cristo. Quien deja sus seguridades y pone a Cristo como Señor en el centro de su vida, adquiere lo único necesario para ser feliz: el Espíritu Santo. Y todo aquello que hasta ahora has considerado que vale ‘0’, si logras situar a ‘Cristo’ de primero, como el ‘1’, todos estos ‘ceros’ adquieren un valor incalculable.
Vivir cotidianamente en Él, con Él y para Él llena toda tu existencia; y Él, Cristo, es el camino para llegar al Padre.
Miembro del Equipo de Formadores en el
Seminario Mayor de Manizales
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