Pbro. Rubén Darío García


Hechos de los Apóstoles 10,34ª. 37-43; Salmo 117: Colosenses 3,1-4; Juan 20,1-9
¡Hemos vivido una semana maravillosa! Desde el inicio de la Cuaresma experimentamos la mano amorosa de Dios que fijó su mirada en nosotros, sus hijos, y nos da la oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados, confesarnos y celebrar la Resurrección.
Tú y yo hemos entrado en la Cuaresma cargados de una realidad pesada a causa de nuestras faltas en el amor. Hemos flaqueado porque somos frágiles, deseamos mejorar, queremos hacer el bien y cuando menos pensamos, estamos obrando el mal. ¿A qué se debe esto? Es una lucha entre la vida y la muerte. El salario del pecado es la muerte. Pero Cristo Jesús ha vencido la muerte. En la cruz hemos sido curados, porque en ella Jesús nos ha reconciliado con el Padre y nos ha hecho capaces de participar en la Resurrección.
El Jueves pasado se nos reveló la misericordia de Dios Padre cuando Jesús el Maestro ha lavado los pies a sus discípulos. Allí se nos ha dado la clave del amor: morir por el otro; dar la vida sin exigir retorno; amar sencillamente sin exigir al otro que cambie, simplemente amarle y dejarse transformar por este amor. El amor lo contemplamos en el Santísimo Sacramento hasta altas horas de la noche.
El Viernes Santo hemos recorrido el camino de la cruz y hemos descubierto que ha sido en ella donde ha brillado la misericordia del Padre. Por su muerte como cordero inmolado, ha sido cancelada la deuda de Adán y hemos sido liberados de la esclavitud del pecado. La adoración a la Santa Cruz ha sido un momento de gracia al contemplar que en sus brazos abiertos ha brillado el más grande amor de Dios por nosotros. Y ayer, el Sábado Santo, ha sido la oportunidad para entrar en el silencio y contemplar cómo el Rey duerme.
Anoche hemos gozado con la solemne Vigilia Pascual. La tiniebla ha sido vencida por la Luz de Cristo. Él ha entrado victorioso del abismo y nos ha rescatado del poder de la muerte: ¡Ha resucitado! Hoy cantamos ¡Aleluya! El Señor ha hecho pascua en nuestra vida y nos ha hecho pasar de la muerte a la vida: “Vino la Gloria del Padre y amaneció el primer día, la sábana de la muerte dejada en tumba vacía”.
Miembro del Equipo de Formadores en el
Seminario Mayor de Manizales
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015