Guillermo O. Sierra


Este 2015 el Sistema Universitario de Manizales, Suma, cumple cinco años de existencia. A los rectores de seis universidades, Autónoma, Luis Amigó, de Caldas, de Manizales, Nacional (sede Manizales) y Católica, nos asiste el gusto y la alegría de encontrarnos y proponer proyectos conjuntos basados en lo que, a mi juicio, es lo que les hace falta a muchos mandatarios en este país: confianza. Nos respetamos. Y nos creemos. Ambos elementos han sido determinantes en nuestro caminar juntos por caminos similares.
A la larga, deseamos que Suma sea una gran universidad, lo que motivaría que mostremos a Manizales como un gran campus universitario (valga la redundancia) donde se puedan encontrar ofertas académicas y de proyección en todas las ramas del conocimiento, y no solo de las universidades, sino también de otras instituciones prestigiosas que proporcionan formación técnica y tecnológica, a lo que se le da el valor agregado, entre otras, del fortalecimiento del bilingüismo, con el respaldo de respetables entidades como el Colombo Americano, la Alianza Francesa y la Fundación Colombo-Alemana Alexander Von Humboldt.
Justamente por esto, porque reconocemos que contamos con un mayor número de ofertas académicas de alta calidad, continúa siendo relevante que sigamos preguntándonos por los propósitos que tenemos quienes estamos vinculados con estas instituciones. Respuesta primera y obvia: formar profesionales de altas competencias que contribuyan con las transformaciones que requiere una sociedad como la nuestra. Pero esta respuesta es insuficiente. Quiero pensar -y en esto creo que me acompañan los demás rectores- que nos esforzamos por formar ciudadanos con juicio propio, autónomos, capaces de darle sentido al entorno para comprenderlo, explicarlo y poder contribuir con la consolidación de una democracia. El conocimiento que se produce en las universidades debe unir la ciencia al más profundo sentido de lo humano; esto, porque una educación superior que no posea ciencia vigorosa y consolidada en pro de hacernos mejores seres humanos, es una educación incompleta. Nuestra búsqueda es estimular de manera integral una muy amplia comprensión y explicación del mundo, a la vez que materializar una formación moral y política.
Esto continúa siendo vigente, máxime porque contamos con universidades que rotan sobre su eje central que no es otro que el humanismo. Y éste no puede perderse de vista ya que es lo que mantiene viva a la universidad. Las fuerzas sempiternas del lucro, la liberalización de los mercados, las continuas reformas de la economía, el exceso del mal uso de la tecnología… ponen en riesgo a la universidad contemporánea, la deshumanizan. Y el humanismo tiene como un reto, principal entre muchos otros, afrontar problemas graves de los ciudadanos y de la sociedad en general: pobreza, desigualdad, inequidad, violencias, deterioro ambiental… No podemos olvidar que esta América Latina, tan nuestra, tan de todos, sufre los fracasos propios de una civilización cuya modernidad sigue siendo inconclusa y cruel: hay por lo menos 100 millones de personas indigentes, y 200 millones de pobres buscando mil maneras de sobrevivir en un continente rico en recursos. Y ni qué decir de la despiadada rémora del tráfico de drogas y el crimen organizado. Dice el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, que el costo de la delincuencia organizada es de por lo menos unos 16,8 millones de dólares, equivalente al 15% del PIB de América Latina. Y como si fuera poco, hay que pensar en el infame tráfico de personas, sin dejar de mencionar que entre un 15 y un 20% de la población carece de identidad, no está inscrita en ningún registro y tampoco tiene un documento que la identifique.
Creo que para esto es la academia: para que cientos de miles de estudiantes, de profesores y de familias observen y estudien cómo se aporta al mejoramiento de la calidad de vida de los seres humanos. Y este gran escenario lo ofrece Manizales vista como un Campus Universitario, en donde se conjuntan la investigación, la cultura y el patrimonio arquitectónico para preservar la memoria y proyectar un futuro de vida, en el más amplio sentido de la palabra.
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