Como el No de octubre 2, no ha habido antes uno igual y tampoco habrá otros en el futuro colombiano. Un No que trastornó todo el programa de paz concebido por el presidente Santos. Cuando los votos por el No se conocieron, el golpe para el presidente fue muy grande.
El presidente Santos, cuando llegó a la Presidencia de la República, tenía a la guerrilla prácticamente acabada. Como ministro de la Defensa en el gobierno de Uribe, había casi conseguido este logro. Uno diría que las Farc estarían a pocos meses de una presión militar, para rendirse. Además eran unas tropas ya agotadas por la vida dura en el monte y desde hacía varios años, sus jefes tenían en la mira, la posibilidad de encontrar un momento para solicitar unas negociaciones con el gobierno.
Nadie sabe por qué el presidente desechó esta posibilidad y alguien lo convenció de que procediera a unas negociaciones con las Farc como las que se han llevado a cabo, las cuales han sido muy duras y exhaustivas. Pregonó por todas partes, y principalmente por el exterior, que lo acordado lo sometería al voto popular. Aquí triunfó su vanidad. Así solicitó a la Corte Constitucional que le permitieran un plebiscito. Estaba seguro de que arrasaría con sus oponentes que permanentemente lo acusaban de que muchos de los acuerdos que había tenido con los insurgentes contenían una entrega de leyes y normas de la Constitución del país que no podían aceptar. Ejemplo, la impunidad que pretendía un indulto para todos los guerrilleros, incluyendo aquellos que habían cometido crímenes atroces.
El plebiscito acordado le dio una gran derrota a los que apoyaban los procesos que se estaban negociando y un voto mayoritario también muy importante que rechazaba muchas cosas que habían negociado y que prácticamente era entregar pedazos de patria. Con estos resultados del plebiscito todo lo acordado quedaba en el aire. El presidente no había tenido en cuenta un plan B.
El expresidente Uribe le pidió una entrevista en la cual expresó su apoyo para otro plebiscito, que contuviera los aspectos más importantes de los que habían votado y triunfado con el No. El expresidente Uribe convenció al presidente Santos que renegociara y que sus voceros los presentaran para que las Farc lo aprobaran. Esto se llevó a cabo, pero la Farc solamente aprobó el 80% de lo solicitado por los del No.
En el momento podría haber optado por hacer uso de sus facultades constitucionales, que le permitían firmar acuerdos para conseguir la paz, teniendo en cuenta que la paz es el objetivo supremo de una sociedad.
Sus consejeros le insistieron que este segundo acuerdo lo llevara más bien a la refrendación y aprobación del Congreso, con el argumento de que los representantes en Senado y Cámara eran representantes genuinos del pueblo colombiano. Algo no muy claro, si se tiene en cuenta que en las encuestas le daban tan solo un 12% favorable a esta institución. El presidente sometió a la consideración del Congreso todo el contenido de este segundo acuerdo con las Farc, a pesar de que pudiera tener visos de ilegalidad. Se necesitaba rapidez porque ya las Farc manifestaban impaciencias amenazantes, y el mismo gobierno estaba angustiado. Para esta rapidez necesitaba que las cortes aprobaran un Fast track que permitía que los proyectos de ley, pasaran de 4 a 2 meses de discusión y así todo este proceso terminaría con la rapidez necesaria.
La Corte tuvo muchos problemas para aprobar este Fast track. Sus miembros no se ponían de acuerdo y lograr una mayoría legal aprobatoria parecía imposible, pero ya en los estertores del gobierno y de las Farc el martes pasado, la Corte dio su visto bueno. Felicidad alcanzada por los negociadores de parte y parte, porque tenían ya un camino libre sin problemas, ni opositores, para convertir lo acordado con la guerrilla en leyes del país.
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