Daniel Gómez Gaviria


El pasado 18 de noviembre, la ministra de Comercio, Industria y Turismo lanzó la Política Industrial para el Desarrollo Productivo 2014-2018, en el marco de la jornada del Programa de Transformación Productiva. El discurso de lanzamiento contiene los lineamientos de lo que será la política industrial, pero también de lo que no será, reflejando los consensos académicos y las recomendaciones de centros de pensamiento nacionales e internacionales.
La política industrial se enmarca dentro de la política de competitividad que tiene 2 grandes pilares: la agenda horizontal, comúnmente llamada costo-país, y la política industrial moderna, o política de desarrollo productivo. La agenda horizontal se ocupa de temas como la seguridad, la justicia, la educación básica, la salud, la infraestructura general, la estabilidad macroeconómica. Típicamente, involucra acciones a nivel nacional. La política industrial, en cambio, trata los temas sectoriales. Es la llamada agenda vertical.
Hagámosle "doble-click" a la política industrial. La política industrial, al enfocarse en las empresas, las cadenas de valor y los sectores, es de naturaleza microeconómica. El propósito primordial es resolver fallas de mercado, y fallas de gobierno, solucionando los cuellos de botella que impiden que las empresas sean más productivas, logrando así la diversificación y sofisticación del aparato productivo. Por su naturaleza, tiende a ser mucho más local que los temas costo-país. También es intensiva en coordinación entre entidades del nivel nacional, regional y entre el sector privado, el gobierno y la academia.
Los instrumentos de la política industrial se pueden clasificar en dos grandes grupos: los bienes públicos sectoriales y los incentivos horizontales para el emprendimiento, la innovación y la transformación productiva. En el primer grupo tenemos temas como unos tipos de educación técnica y tecnológica, infraestructura específica como puertos, cadenas de frío, distritos de riego, parques industriales, tecnológicos y científicos, zonas francas, servicios de emparejamiento entre posibles exportadores y potenciales compradores extranjeros; en el segundo grupo tenemos instrumentos como los beneficios tributarios para la ciencia, tecnología y la innovación y programas de crédito para nuevos emprendimientos.
La política industrial de desarrollo productivo tiene en su centro a la empresa buscando insertarse en cadenas globales de valor que responden a un consumidor cada vez más sofisticado y global. Debe estar justificada por fallas de mercado, enmarcarse en esquemas donde haya participación, inversión y toma de riesgos por parte del sector privado, y acompañarse de requisitos de seguimiento y evaluación.
En su discurso la Ministra enumeró algunas de las cosas que no son política industrial. La política industrial no es proteccionismo. La política comercial y la política de competencia son parte fundamental de la política industrial. La política industrial no es escoger a dedo a quienes ayudar. La política industrial no es contraria a la política comercial.
Finalmente, la Ministra mencionó las metas que se buscan alcanzar con la política industrial de desarrollo productivo: llegar a US$30.000 millones de exportaciones no-minero energéticas, tener 4.170 empresas exportadoras, recibir US$6.000 millones de divisas por concepto de turismo. Metas dentro de los tres ejes de internacionalización, diversificación y sofisticación del aparato productivo, y desarrollo regional sostenible.
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