Daniel Gómez Gaviria


El gobierno presentó recientemente una propuesta de reforma tributaria que extenderá el gravamen a las transacciones financieras, GMF, propone un 'impuesto a la riqueza' escalonado, que será cobrado a los patrimonios de las personas y empresas que superen los 1.000 millones de pesos, y crea una sobretasa de 3 por ciento al CREE para las ganancias superiores a 1.000 millones de pesos.
La reforma presentada responde a la necesidad de financiar el presupuesto general de la Nación que se quedó corto en $12,5 billones, debido a menores rentas petroleras de Ecopetrol producto de la caída en los precios del petróleo, la eliminación prevista del impuesto al patrimonio y el desmonte previsto del GMF. La discusión que se ha planteado ha trascendido la reforma actual y ha empezado a preguntarse sobre el efecto de la estructura tributaria sobre la competitividad de un país, los incentivos a la inversión tanto nacional como extranjera, y la posibilidad de crecer a tasas superiores al 5% reduciendo la pobreza de manera sostenible y consolidando la creciente clase media.
Una primera guía sobre el efecto de los impuestos sobre la competitividad la encontramos en índices globales de competitividad. Colombia ocupa el puesto 104 entre 189 países en el capítulo de impuestos del Doing Business del Banco Mundial de 2014 bajando 3 puestos con relación al 2013. Una vez se cuentan todos los impuestos, la tasa de impuestos promedio sobre utilidades es de 76%. Muy superior al 47,3% de Latinoamérica y al 41,3% de la OCDE. De acuerdo al informe Paying Taxes 2014 de PwC, el único país con cargas impositivas superiores a Colombia en la región es Argentina. El promedio mundial es cercano al 40%.
Las tasas impositivas totales colombianas se pueden comparar con las de Alianza del Pacífico con tasas impositivas totales sobre utilidades comerciales de 72,7% (Chile), 53,7% (México), 36,4% (Perú). Evaluadores internacionales consideran, adicionalmente, que el sistema es complejo, difícil de administrar e impone costos importantes de cumplimiento. En facilidad de pago, Colombia se ubica de 104 entre 189 países comparado con Chile en el puesto 38 y Perú en el 73. Estas diferencias pueden poner en situación de desventaja a las empresas colombianas en el mercado nacional donde compiten con importaciones y en el mercado extranjero donde exportan, a la vez que desincentivan la inversión extranjera directa y crean incentivos para la relocalización de las empresas nacionales hacia otros países.
Comparando con otros países que tienen acuerdos comerciales con Estados Unidos, Colombia es de los pocos con impuesto al patrimonio. Solo Perú y Honduras tienen impuestos de este tipo de 0,4% y 1% respectivamente. Adicionalmente, Colombia es también de los pocos que grava los bienes de capital haciendo más costosa la inversión en nuevas máquinas y equipos que incorporen nuevas tecnologías.
El debate, que ha sido amplio y plural, y el reto que tenemos para lograr un país en paz, equidad y con educación, incluye pensar en cómo lograr aumentar el recaudo necesario para la financiación de bienes públicos y programas de desarrollo productivo, regional y social, minimizando los efectos indeseados sobre la actividad empresarial y reflejándose en mejoras en nuestra posición en índices internacionales.
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