Lo escrito, escrito está. Carlos Enrique Ruiz, en carta abierta dirigida a quien esto escribe, hizo planteamientos que desde antes y ahora tienen plena vigencia en relación con la pretendida culminación de la faraónica obra conocida como Aerocafé. Sobra expresar que en un noventa y nueve por ciento estamos de acuerdo con sus planteamientos, por venir de quien viene, una personalidad de quien jamás se pueden sospechar intereses innobles o caprichosas posturas antiprogresistas. Ha dicho en su escrito Carlos Enrique, en forzada síntesis, que por falta de un proyecto técnico en Aerocafé, con la mejor ingeniería, se han hecho absolutas barbaridades. Los errores a que aduce Ruiz han costado sumas apreciables, enterradas, sin que tengan deudos, y que producen escalofrío. Según Germán Cardona Gutiérrez, nuestro exministro de Transporte, alcanzan a unos doscientos cincuenta mil millones de pesos.
Que alguien nos haga claridad sobre estas cuentas y lo de la plata del míster: el aporte de Aerocivil, de la Nación, es de los caldenses, de lo que nos dieron por la Chec. Así se lee en el denominado Memorando de Entendimiento que se suscribió esta semana entre la Presidencia de la República, el Ministerio de Transporte, Aerocivil, la Gobernación y la Alcaldía de Manizales. Y, ¿dónde se quedaron el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional? Me da la impresión de que esta mesa quedó coja. Lo hecho con esa plata, o sea la errática y equivocada infraestructura existente, va a ser mantenida y protegida por conducto de la Aeronáutica Civil con la suma de diez mil millones de pesos en la vigencia del 2015. Promesa del Gobierno Nacional, que consta en el memorando. Platica que servirá para hacerle mantenimiento a lo ya construido, evitar un mayor deterioro de lo que ya está deteriorado y para mantener la nómina de Aerocafé, que asciende a unos cien millones de pesos mensuales.
Carlos Enrique Ruiz se la juega por La Nubia como aeropuerto de cabotaje, o sea un aeropuerto para ciudades intermedias, que no tengan un gran flujo de pasajeros y con tiquetes económicos. Los grandes aviones que salgan y lleguen a Palestina, ¿tendrán cupo completo? ¿La operación de esas aeronaves, costosísima de por sí, permitirá precios accesibles en los pasajes y por consiguiente buen flujo de usuarios? Los manizaleños, con aviones Twin - Otter, pueden tener respuesta eficiente para sus requerimientos. Y la tecnología permite que sus problemas climáticos puedan solucionarse con fórmulas baratas como los radioayudas de última generación, y hasta pensarse en vuelos nocturnos, con tecnología de punta. Es desorientador y demagógico ofrecer a un costo de trescientos noventa mil millones de pesos la culminación de la etapa 1 de Palestina, que a lo único que conduciría es a trastear con idénticas características técnicas La Nubia, eso sí, previa entrega del Aeropuerto, sus terrenos y construcciones como aporte del Departamento, su propietario, al costo de la pista de 1.400 metros, que será inaugurada dentro de cinco años.
El ingeniero Mario de la Calle Lombana me manifiesta su acuerdo integral con lo sustentado por Carlos Enrique Ruiz en relación con La Nubia, pero añade algunas observaciones de su propio caletre. Por ejemplo, que si se proyecta una vía más expedita para llegar a Matecaña en Pereira, este aeropuerto queda casi que con el mismo tiempo de llegada que a Palestina. Y explica que ello es posible si se construye una doble calzada "que saliendo del punto en que la variante La Romelia - El Pollo cruza sobre el Río Otún, suba al aeropuerto, en un corto tramo que calculo en menos de un kilómetro". Y concluyo. Por las implicaciones administrativas, económicas, fiscales y técnicas que contiene el Memorando con el que se pretende destrabar a Aeropalestina, invito a los concejales de Manizales, a los diputados, a la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos, a los cacaos del sector privado para que aporten soluciones y asuman responsabilidades. Se sigue o no se sigue con el ambicioso y para nosotros fallido empeño. Mientras tanto, diseccionemos y analicemos el tan celebrado Memorando, que no es otra cosa que un documento que no vincula a las partes y que solo tiene como contenido una serie de buenas intenciones para llevar a cabo una futura empresa. Es lo que llamamos en el lenguaje mondo y lirondo, un contentillo. Y todos tan felices y sonrientes, de contentillo en contentillo.
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