Jorge Enrique Pava


“He dado la orden de que suspendan todas las imputaciones que estaban programadas contra la cúpula de las Farc. La Fiscalía tenía programado en este segundo semestre realizar imputaciones contra más de 50 miembros de la cúpula de las Farc, es decir, del secretariado, por graves violaciones a los derechos humanos”.
Las anteriores fueron las declaraciones del Fiscal General Eduardo Montealegre quien, con su usual efusividad y complacencia, determinó entregarles otro parte de tranquilidad a los criminales farianos, a título de “contribución personal” al proceso de La Habana.
Ha declarado también el señor Montealegre que defiende los indultos para sus mimados farianos, y hasta la posibilidad de que delitos como el secuestro y el narcotráfico puedan declararse conexos al delito político, para evitar que los terroristas paguen alguna pena por estos crímenes.
Pero a renglón seguido dice que la Fiscalía ha encontrado “nuevos elementos de juicio que permiten concluir que en la retoma del Palacio no solamente se cometieron delitos de lesa humanidad sino también eventualmente crímenes de guerra”. Pide además revisar los indultos y amnistías otorgados al M 19 y, de ser del caso, dejarlos sin validez, en un acto de aparente equidad, cuando lo que pretende es ahondar en los posibles errores de las Instituciones Constitucionales para terminar condenando al Estado por haberse defendido.
¿Alguien entiende? ¿De manera pues que la Fiscalía se dedicará a desempolvar unos hechos atroces que la sociedad ya ha analizado y asimilado con suficiencia, y que determinó perdonar hasta el punto de otorgarles el poder a sus protagonistas para que ejerzan como congresistas, alcaldes, gobernadores, diputados y concejales en diferentes zonas del país, y decide ignorar los actos terroristas, vandálicos, asesinos, criminales y mafiosos de las Farc, que aún nos aquejan y que nos asedian como amenaza latente?
Todo esto suena más a otra farsa encaminada a desfigurar la historia, con lo cual pretende el fiscal que el país termine condenando a las fuerzas constitucionales que se vieron obligadas a entrar hace treinta años a la fuerza al Palacio de Justicia para defender las instituciones, y recriminando la emboscada que le hicieron a los pobres angelitos del M 19 que, indefensos y en menor número, se sintieron atropellados por un ejército bien armado y dispuesto a mantenerse firme en sus obligaciones legales.
Definitivamente los grandes egos en mentes pequeñas llevan a los hombres a cometer locuras indescifrables. Y eso, a mi modo de ver, es lo que está pasando en la Fiscalía General de la Nación. Estos escándalos mediáticos provocados por decisiones absurdas como la de condenar mediáticamente por aborto ilegal a una actriz a quien le interceptaron ilegalmente sus comunicaciones, para luego proponer la legalización del aborto en embarazos de menos de tres meses, no cabe sino en esa mente pequeña que, repito, ha resultado obnubilada por el gran ego. Y es lo mismo que pasa en el caso del M 19: la posición del fiscal relacionada con amnistías e indultos a los criminales farianos, para quienes tiene preparada su absolución, no es coherente con la de recriminalizar a quienes ya han salido favorecidos con el perdón en procesos legales. Esto suena más a un sofisma para evitar la reacción del pueblo cuando convierta en mártires a los criminales de La Habana, mientras pasemos las víctimas a ser procesadas por declararnos enemigos de la barbarie y el terrorismo. No falta sino que nuestro eminente fiscal decida reabrir la investigación por el asesinato del mariscal Sucre, porque tiene serios indicios de que en él participaron generales colombianos. ¡Amanecerá y veremos!
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Y hablando de grandes egos en mentes pequeñas, no puedo hacer abstracción de lo que pasa en Inficaldas. La defensa hace ocho días de Luis Fernando Franco Acevedo no pudo ser más absurda. Primero, porque el gran cúmulo de realizaciones que se arroga son producto del azar y de procesos que venían en curso y en los cuales nada tuvo que ver. Y, segundo, porque su administración no ha podido ser más pobre ni mediocre como lo probaré en una próxima oportunidad. Creo con firmeza en la bondad del gobernador Julián Gutiérrez Botero; pero creo con igual firmeza que lo tienen engañado en cuanto a que la administración de Franco ha sido la mejor en la historia. Se lo demostraré, señor Gobernador.
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