Mario César Otálvaro


Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Botar un penalti hace parte del fútbol, tanto que especialistas como Maradona, Messi y Cristiano fallaron en instancias decisivas, y para no ir muy lejos Valentierra –el mejor cobrador que he visto– nada menos que en la final de la Copa Libertadores.
Desperdiciarlo ha hecho llorar a un país o a una hinchada porque su selección o su equipo pierden un título o se apean de una competencia importante, y por el contrario, el mayor estado de gracia cuando supone una estrella, una corona o un campeonato.
El que erró Dany Cure frente al Tuluá puede marcar inflexión en la intención del Once Caldas de clasificar, por lo apretado del calendario, las diferencias estrechas, y el corto margen con que cuenta el equipo a tan pocas fechas de concluir la fase regular.
Los puntos que se quedaron en el 12 de Octubre duelen por la condición del rival –discreto por demás– que tiene como única fórmula el tiro libre, el que facilitó mucho el Once Caldas que por esa vía terminó desacomodando a José Fernando Cuadrado hasta llegar el empate.
Fueron más los deslices de los dirigidos por Hernán Lisi que los atributos del Tuluá. Poner a Jown Cardona permanentemente en posición de remate por infracciones cercanas al área, no solo alerta por la ingenuidad al caer en esa trampa,sino por la factura que pasó.
También sorprendió la línea titular, sin continuidad frente a los exitosos resultados de las fechas previas y con cambios innecesarios. Jónathan Lopera es fijo por encima de los otros volantes, y Daniel Hernández distinto al que es inicialista, no pesó cuando entró.
Debe el entrenador argentino frente a semejante coyuntura –tomar un equipo por fuera de los ocho y ubicarlo, sin espacio para trabajar, y con conocimiento básico del plantel– evitar los inventos cuando hay tantas urgencias, y así él no lo crea, materia prima insuficiente.
El empate vale, y si bien la realidad se reflejará en las posiciones cuando el campeonato se normalice, estar metido en la pelea es un síntoma tranquilizador, y el empujón anímico hay que aprovecharlo porque representa un auténtico golpe de fe.
Hay varias formas de mirar la tabla, y la que alarma es la estrictamente numérica porque estableciendo un límite de 33 puntos –con los que avanzó el octavo en el primer semestre– la cuenta indica 11 de los 15 por jugar para llegar a ese tope.
La otra es yendo al día, que genera menos tensión, y que igual obliga, pero en el entendido de que se puede gracias al repunte, al nuevo ambiente, a la condición de los adversarios, y a que de pronto se consigue con menos porque la brecha ya no es tan amplia.
Si así fuere, con 31 alcanzaría, y el Once Caldas los podría sumar con los partidos que le quedan en Palogrande –Equidad, Medellín y Santa fe– dos de ellos irregulares, en plan de entrar y con historia, y el otro resignado prácticamente a su suerte.
Por fuera enfrentará a Huila y a Patriotas, en donde también puede hacer recaudo, lo que invita a pensar en serio, independiente de que hace cuatro fechas era un sueño imposible, y que varió con el cuerpo técnico comandado por Lisi y la exposición de campo.
Y lo planteo desde esta tribuna, donde he sido escéptico, particularmente por considerar incompleta y mal conformada la nómina, pero alentado por el mismo desarrollo de la Liga al notar que los grandes llamados a figurar, sufren y juegan mal.
P.D. Falta de unidad, o clara división para ser concretos, se advierte en la Dimayor donde mandan los chicos, con un presidente político, contratos como el de la televisión absolutamente cerrados, y sin afán de cambio para no alterar el negocio.
Que es una entidad privada, cierto, pero choca que mercantilistas, dirigentes que honran sus intereses y que manejan clubes sin fondo, estructura ni hinchada, sean quienes pongan las reglas en un campeonato caracterizado por el bajo nivel propiciado por ellos.
Hasta la próxima…
Twitter: @macotal
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Debe el entrenador argentino frente a semejante coyuntura –tomar un equipo por fuera de los ocho y ubicarlo, sin espacio para trabajar, y con conocimiento básico del plantel– evitar los inventos cuando hay tantas urgencias, y así él no lo crea, materia prima insuficiente.
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