Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Invitado un periodista de la ciudad al Gran Debate, programa nocturno de Todelar que infortunadamente no encadenan en Manizales, su respuesta al consultarlo sobre el nuevo entrenador del Once Caldas fue que no gustaba porque era muy costoso.
Cada quien piensa lo que quiere, y en cuestión de gustos menos que se puede discutir, pero ese argumento resulta bastante peregrino, como también el de esos blogueros que exorcizan sus demonios, desdichas y frustraciones con insultos y agravios.
Primero, lo bueno es caro. Luego, ni nosotros lo vamos a pagar ni tenemos que hacer fuerza cada quincena para reunir la plata, y finalmente, así esto genere algún inconformismo, el Once Caldas es una empresa privada por la que responden unos dueños.
Y allá ellos como se gasten el dinero, pero un principio básico de economía plantea que una inversión alta acerca la apuesta y la cicatería conduce pronto al fracaso, y aplica tanto para una tienda de barrio como para la multinacional más exitosa.
Bueno si sí, malo si no, algunos son producto del caos, ortodoxos por naturaleza, y friegan por fregar, cuando por el contrario hay que valorar el esfuerzo y el interés por dotar al Once Caldas de herramientas que lo hagan interesante y competitivo para el medio.
Que quieren entonces es la pregunta tratando de justificar tanto negativismo, que parece el sello de esos seguidores albos con un pensamiento provincial y parroquiano que hace notar un mundo que difícilmente va más allá de sus narices.
La forma peyorativa como se ataca a la empresa que adquirió al Once Caldas, y a su mentor, es despreciable en un instante en el que se debe invocar buen espíritu para resarcir el papelón del semestre y construir una imagen diferente.
En lo personal respaldo ésta gestión, le creo y advierto un bonito panorama, sin deberles absolutamente nada más que gratitud por haber salvado al club en un momento histórico que pudo acarrear hasta la desaparición del mapa futbolístico.
Como olvidar que lo sustrajeron de las garras de unos dirigentes incapaces que lo llevaban a la quiebra, y a los que combatimos desde esta misma columna en una campaña solitaria que condujo inclusive a tener que atender demandas judiciales.
Mejor hablemos del nuevo técnico, y del proyecto Once Caldas para el segundo semestre, al que por supuesto hay que añadirle jugadores, desprendiéndose de muchos de los actuales que dilapidaron sin inmutarse la oportunidad de cubrirse de gloria.
Nadie puede garantizar resultados sobre un proyecto sin empezar, ni avalar el trabajo de una persona que no se conoce en el medio, pero la primera impresión es que el Once Caldas dio un gran golpe de opinión con la escogencia del argentino Javier Luis Torrente.
Aunque lo prefería colombiano por distintos motivos, entre otras porque desconfió del real aporte de los de afuera, en este caso se está hablando de un hombre con digno pasado, y ayudante de campo de uno de los mejores entrenadores del mundo.
Torrente simboliza renovación, sacude el ambiente local metido en un círculo en el que los orientadores van de una escuadra a otra sin despeinarse y hasta en el mismo campeonato, con sonoros triunfos aquí, y apabullantes derrotas allá.
Se supone que hubo suficiente información, que se consultaron las características y lo que puede ofrecer ese cuerpo técnico, siendo ellos los menos interesados en perder, y  dejémoslo llegar, abriendo ese compás de espera que sustenta la idea de acertar.  
P.D. El escándalo de la FIFA, que envió el peor mensaje con la reelección de Joseph Blatter, deja en claro que esa amenaza permanente de que cualquier país que se meta en sus asuntos será desafiliado, no es más que un manto de impunidad para su vergonzosa corrupción.
Hasta la próxima…

macotal@yahoo.com

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Nadie puede garantizar resultados sobre un proyecto sin empezar, ni avalar el trabajo de una persona que no se conoce en el medio, pero la primera impresión es que el Once Caldas dio un gran golpe de opinión con la escogencia del argentino Javier Luis Torrente.