Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

Me encantó ver la imagen de Jaime Pineda tocando el bombo y metido de cabeza en la barra del Once Caldas que acompañó el partido en Rionegro. Como dueño del equipo tiene que ser el primer hincha, y esas actitudes demuestran pertenencia y respaldo.

Podrán calificarla de demagógica, populista, o política, pero la prefiero, más cuando suma tantos enemigos en casa, porque de verdad sorprende la cantidad de insultos e improperios que recibe por hacer un negocio en Manizales que nadie quiso, o nadie tuvo con qué.

Y gústele o no a sus detractores, Pineda salvó al Once Caldas, lo tiene limpio, con marco jurídico y administrativo, y dentro de unas posibilidades futuras sanas, sobre las que es más fácil construir, lo que de hecho creo se logrará con el tiempo.

Frágil memoria la nuestra, e inconformismo pleno, pues pasa igual cuando se menciona el nombre del Presidente campeón de América, Jairo Quintero, quien puso arriba un club que no existía internacionalmente, dándole estatus y grandeza, irradiando felicidad eterna.

Que interesante sería vincularlo de nuevo ahora que se tiene que armar el grupo sustentándolo en los registros actuales, es decir por la vía del canje, entendiendo que solo habrá refuerzos en la medida que salgan aquellos que no han rendido.

Es cierto que no se ha podido estabilizar una nómina competitiva, que se dieron pasos en falso trayendo refuerzos en cantidad sin calidad, con contratos largos a jugadores de bajo nivel, y haciéndose a la propiedad de otros cuyos méritos son realmente discutibles.

Faltaron asesores deportivos, le echaron mano a cuanto paquete ofrecieron sin un análisis previo, se montó una estructura con más ilusión que bases fijas teniendo un reto grande con Corinthians en Copa, y como fue un fracaso desde el comienzo, todo se vino al piso.

Ese 4-0 desestabilizó al cuerpo técnico, generó heridas que no se pudieron curar, salieron a flote las deficiencias de un plantel mal diseñado, los que llegaron con algún recorrido ni fu ni fa, estallaron los escándalos, y no hubo reacción.

Práctico resultaba desprenderse del entrenador, que no fue necesario porque la presión lo llevó a renunciar provocando un caos que estoy seguro se hubiera evitado con Flabio al frente, propiciándose un anormal discurrir de campeonato, eliminados 4 fechas antes.

Un técnico interino que parece librar su propia batalla solo en la promoción de futbolistas de la tierra, a quien tácticamente se le nota poco con un equipo que navega sin brújula por el campo, jugadores en lo mismo, las falencias clásicas, y cifras negativas.

Pero todo esto forma parte del proceso, y así como se puede recabar sobre los yerros, hay otras cosas por resaltar que hacen del Once Caldas hoy una empresa viable, responsable, respetable en el medio, y con proyección superior a muchas de sus pares.

Ahora la tarea implica la consecución de su remplazo, y bien encaminadas están las apuestas, pues tanto Juan Carlos Sánchez como José Fernando Santa han hecho campañas brillantes con planteles discretos, y pintan como mejor opción que cualquier otro veterano.

Entre ambos, el del Huila tiene más camerino por su trayectoria deportiva, y también como orientador tras su paso por Nacional, Cartagena y Pereira, en donde mostró buenas formas, constituyéndose en carta fina e ideal para afianzar el plan del segundo semestre.

P.D. Rafael Castañeda ha tenido gestión como presidente, particularmente en la reestructuración económica. Que lo hayan querido cambiar por Felipe Paniagua, no es más que un movimiento de fichas dentro de un conglomerado empresarial. Total, y ante la modalidad del club, quien esté al frente es un ejecutor de las decisiones del mayor accionista.

Hasta la próxima…

macotal@yahoo.com