Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Corría 1.986, de eso hace ya largos 28 años, cuando Francisco Maturana llegó a Manizales para comenzar su carrera como entrenador, que a la postre terminó siendo brillante, rompiendo la historia del fútbol colombiano.
Vino al Cristal Caldas por recomendación de Rodrigo Fonnegra a Carlos Fernando Giraldo Ángel, tras la salida de Alberto Tardivo y el paso fugaz de Hernando Piñeros, un bogotano caprichoso que supeditó su permanencia a la traída de jugadores de El Cóndor.
Cuando Pacho salió para Nacional, en donde ganó la Copa Libertadores del 89 y arrancó el exitoso proceso de la selección de los noventas, Diego Umaña, un talentosísimo volante creativo, fue el remplazo en los albores de su trabajo como orientador.
Javier Álvarez, campeón 2009, también recibió su primera oportunidad en el Once Caldas. Fue en el 98, armando una superescuadra que logró más de 100 puntos, y que perdió el título frente al Cali del ‘Cheché’ Hernández que después fue subcampeón de Copa.
Antes, en el 93 cuando se llamaba Once Phillips por el patrocinio que desde el 91 brindó la multinacional holandesa que presidía Fausto Brivio, Carlos ‘Piscis’ Restrepo asumió proviniendo de una selección juvenil, y lo hizo en compañía de Orlando Restrepo, uno de hombres más estudiosos en temas de fútbol que he conocido.
El más triunfador, Luis Fernando Montoya, tenía pasado con Nacional donde fue segundo en 2002, catapultándose al año siguiente con el Once Caldas campeón sobre Junior, y la apoteósica copa libertadores de hace 10 temporadas que recordamos como si fuera hoy.
Recientemente, Juan Carlos Osorio en cuatro torneos cortos obtuvo una estrella, dejando una estela de innovación, estudio y formación que hizo notar desactualización en el medio, siendo el más aventajado del país. Su primera experiencia había sido con Millonarios.
Son, en opinión de quien escribe, los mejores técnicos del cuadro de Manizales, campeón en el 50 con Deportes Caldas, y con su nueva denominación a partir del 62, sin olvidar que fue el pionero en introducir publicidad en la camiseta y poner nombre comercial al equipo.
A esa lista añadiría a Flabio Torres, responsable directo del buen desempeño del Once Caldas, cuya puesta en escena deja ver la influencia del entrenador, con futbolistas que asimilan los conceptos inculcados desde el banco por encima de serias limitaciones de base.
Las ausencias forzadas por ejemplo, que hacen presagiar malos ratos, se ven compensadas por eficientes confecciones de nómina, primando lo colectivo sobre el aporte individual, dando a entender que tiene perfectamente definidas virtudes y carencias de sus dirigidos.
Adicional a ello está promocionando nuevas unidades, como Jaime Sierra, José Luis Moreno y Cristián Osorio, quienes piden ser titulares, demostrando que el técnico sabe con lo que cuenta en materia de juveniles, y los ha venido potencializando.
Por supuesto que le falta, y está en etapa de maduración, pero va en la dirección correcta, con resultados deportivos pese al austero criterio financiero con el que se armó el plantel, garantizando la consolidación de una estructura administrativa fuerte y organizada.
Principios para pensar a futuro, en el ídolo que hace falta, y en jugadores desequilibrantes. Por el momento, a celebrar el buen andar en la liga, y en la posibilidad que ofrece la Copa Postobón que como está, es una meta alcanzable.
P.D. Evocando nombres, imposible olvidar al Gilberto Osorio del 76, a los de la escuela de Estudiantes, Luján Manera y Felipe Ribaudo, al indescifrable de Moisés Pachón, al negociante de Américo Pérez, al relacionista Santiago Escobar, a los peores, Pompilio Páez y Eduardo Cruz, y al vividor de Ángel Guillermo Hoyos que se comió a cuento a los mediocres directivos de la época.
Hasta la próxima...
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