Alejandro Samper


El 1º de febrero de 1964 la canción pop I want to hold your hand alcanzó el puesto número 1 de las listas estadounidenses. Un tema tierno de un joven que le dice a la novia que con tan solo agarrarle la mano es feliz. Estados Unidos en ese momento estaba de luto porque hacía un par de meses habían asesinado al presidente Kennedy, había tensión racial en el sur de ese país y Elvis ya no estaba en los reflectores... "¿Qué podemos ofrecerles nosotros", le dijo un joven Paul McCartney a Tony Barrow, el relacionista público de un grupo llamado Los Beatles, poco antes de viajar a América para promocionar sus canciones.
McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr no sabían la que iban a armar. A su llegada al aeropuerto JFK de Nueva York, el 7 de febrero, los esperaban 3 mil fanáticas. El ruido de sus gritos era más poderoso que el de las turbinas del avión en el que atravesaron el Atlántico. Pero la beatlemanía, en la que muchos críticos no creían, se evidenciaría el 9 de febrero de ese mismo año cuando 73 millones de televidentes sintonizaron el programa de Ed Sullivan para ver a este cuarto de Liverpool cantar el éxito del momento y tres temas más. Uno de ellos, She loves you, también sería número uno en las listas, reemplazando a I want to hold your hand.
Los Beatles revolucionaron la cultura pop en todo el mundo. Desde su corte de pelo (el mop top) hasta sus declaraciones llenaron -siguen llenando- páginas de periódicos y revistas. "Somos más populares que Jesús", dijo Lennon en 1966, lo que le valió el desprecio de miles de fanáticos (y de la señora María Luisa Piraquive). Y en ese momento, tal vez, lo eran.
Ellos abrieron la puerta para que se diera la Invasión Británica a los Estados Unidos. Detrás de ellos llegarían Cream, The Who y los titánicos Rolling Stones. Fumaron marihuana y tomaron ácido con Bob Dylan. Hicieron meditación trascendental en India con el Maharishi Mahesh Yogi. Hicieron parte del movimiento hippie y los arrestaron por posesión de drogas. Enloquecieron a millones de jovencitas con su yeah, yeah, yeah (y en Colombia a los imitadores los llamamos yeyés). Pero sobre todo hicieron algunos de los álbumes más influyentes de los últimos 50 años. Ningún disco del pop o del rock después de ellos volvió a ser igual.
Y solo les bastó una década para revolucionar el mundo.
En 1970, diez años después de que el cuarteto debutó en el club The Cavern, se lanzó al mercado Let it be, su último disco (aunque éste se haya grabado antes de Abbey Road, que realmente es su último trabajo). Después, cada uno tomó su rumbo.
No soy una persona religiosa, pero en el 2012, cuando Paul McCartney estuvo en Colombia, fui al concierto como quien va a misa. Había que escuchar a ese revolucionario. A ese hombre que en 1964 no creyó que su banda pudiera ofrecerle nada nuevo a los americanos, pues todo lo que hacían ellos lo habían tomado precisamente del rocanrol gringo. Mientras escribo estas líneas escucho Revolver, uno de sus álbumes, y recuerdo las palabras de George Harrison: "Los Beatles salvaron al mundo del aburrimiento".
Y eso ocurrió hoy, hace 50 años.
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