A pesar de todo, de los últimos acontecimientos de sangre y de todos los propagandistas de oficio, encabezados por Fernando Londoño Hoyos, que odian visceralmente la posibilidad de que se logre un acuerdo entre el gobierno y las Farc en La Habana, este proceso de paz tiene muchas posibilidades de salir adelante. Todas las condiciones están dadas para ello: el cansancio de los jefes guerrilleros con la guerra; la clara conciencia que estos por fin tienen de que por las armas no lograrán nunca el poder, de que las revoluciones armadas ya no tienen vigencia y de que la política podría ser el camino para expresar sus propuestas, de ponerlas a consideración de los colombianos; la sana perspectiva del gobierno en el sentido de que persistir en la ilusión de una derrota militar de la guerrilla sería tremendamente oneroso humana y fiscalmente, y la comprensión mutua de que en la mesa se puede llegar a arreglos que sean sensatos para ambas partes. Todo esto hace viable y posible un acuerdo final. Desde esta mirada el fin del conflicto armado, de una violencia muy dura que nos ha acompañado por medio siglo, está cercano, es más que posible. La mayor irresponsabilidad de un gobierno, de una sociedad y de la misma guerrilla sería dejar todo tirado a mitad de camino.
Pero al mismo tiempo está lejos, lo seguimos percibiendo como una quimera, como algo que quisiéramos que pasara, pero que somos escépticos de que esta vez sí sea la vencida. Tantas promesas incumplidas y tanto daño causado generaron una coraza de hierro que parece impedir que una sensata ilusión de paz se asiente en nuestro corazón y nos impulse a dar un apoyo resuelto a los esfuerzos que conduzcan a que esta vez sí se logre el final de una violencia tan dura que ha persistido por tanto tiempo. Esta fragilidad en la resolución que como sociedad tenemos respecto a la paz que se puede lograr en La Habana, hace que las dificultades que brotan en medio de las negociaciones siempre pongan en riesgo el proceso mismo.
Lograr la paz a través de acuerdos entre enemigos es muchísimo más difícil y exigente que llamar a la guerra y la destrucción de ese enemigo. Cada una de las partes, en su sentir, tiene razones de sobra para querer aniquilar al adversario. El llamado a la guerra tiene un eco enorme y en precisos momentos es bienvenido. La mayor tragedia humana de los Estados Unidos en toda su historia fue recibida con un entusiasmo rebosante: la Guerra Civil de 1861-1865. La Primera Guerra Mundial fue bienvenida con fiesta en toda Europa. Pero su historia de sufrimiento y dolor deja sin aliento a cualquiera. Solo basta recordar la batalla de Verdún con setecientos mil muertos. No dejemos que la historia se repita, que los insensatos pregoneros de la confrontación nos regresen a las trincheras.
Claro que la guerrilla ha cometido errores enormes en este proceso. Sobra decir que la emboscada en la cual mataron a once soldados en el Cauca fue la chispa que encendió el actual desbarajuste e inestabilidad de las negociaciones. El gobierno por su parte también ha cometido errores, la muerte del negociador de las Farc Jairo Martínez es el más reciente.
Pero la mesa tiene bases sólidas, allí hay que poner los ojos. Las recientes declaraciones de Pastor Álape en el sentido de que las Farc sí consideran pagar penas por los crímenes cometidos y ver las imágenes de Carlos Antonio Lozada, un fiero y temido guerrero, compartiendo la evolución del proceso con las bases guerrilleras, o los primeros pasos del desminado conjunto, son señas de que esta vez sí se puede lograr.
El camino es arduo, pero si no lo transitamos y sucumbimos ante los cantos de sirena de la guerra, después pesarán sobre todos nosotros, como individuos y sociedad, los muertos por venir. Podemos cambiar la historia.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015