Ricardo Correa


Día a día los férreos opositores del proceso de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla hablan de esta negociación como si fuera un gran engaño, una trama entre las dos partes a través de la cual, en un abrir y cerrar de ojos, el país le será entregado al comunismo castrochavista. Es una perorata que se repite una y otra vez, que de tanto usarse termina calando en muchas personas y llenándolas de temores acerca de lo que vendría una vez se firme el acuerdo definitivo. Son interpretaciones delirantes de unos cuantos, que serían anecdóticas si no fuera porque tienen la capacidad de influir en mucha gente y llenarla de temor y desazón respecto a unas negociaciones que han sido conducidas de manera responsable y eficaz a los ojos de los observadores internacionales más exigentes, y que en muy poco tiempo tendrán un cierre afortunado que pondrá fin a más de medio siglo de lucha armada en Colombia; una guerra que, es bueno recordar, ha dejado más de doscientos mil muertos y millones de víctimas.
Los críticos feroces insistentemente se refieren a ‘las mentiras de La Habana’, a ‘la farsa de la negociación’, en un ejercicio de inocular la rabia y el veneno que ellos destilan en el transcurrir del proceso de paz. Claro que sí existen mentiras sobre el proceso, pero son de otra naturaleza, no las produce la mesa de negociación, las crean fanáticos que apuestan al fracaso en La Habana. Quiero compartir solo dos ejemplos de esas sí mentiras de La Habana, las que tienen como principal medio de difusión las redes sociales como Facebook y Whatsapp. Y que sin duda millones de personas leen, tal vez asimilándolas como hechos verdaderos sin poner un filtro que decante su veracidad y su mentira.
Hace un par de semanas me llegó un video por Whatsapp que contenía una intervención de un periodista venezolano en la cual hacía la gran revelación de que Juan Manuel Santos era comunista, que lo era desde muy joven y que toda su vida pública había sido un engaño bien planeado para llegar al poder y destapar sus cartas, para finalmente entregarle el país al comunismo, y todo urdido desde hace mucho tiempo por Fidel Castro. El lunático periodista, Pedro García, afirma igualmente que Enrique Santos fue el gran inspirador y fundador del M-19. Por su parte, Juan Manuel Santos recibió el nombre código de “Santiago” por parte de Fidel Castro a mediados de los noventa, es decir, hace veinte años, y desde entonces es un agente del comunismo internacional. Y la gran prueba de esto es una foto de Santos dándose la mano con Fidel Castro. Esta historia salida de una mente desequilibrada solo daría para risas, si no fuera por el hecho de que muchas personas, en este momento tan sensible, pueden creerse semejante chiste. Ahí está el daño de esta sí una mentira de La Habana.
También recibí un mensaje de Whatsapp que contenía una supuesta lista de exigencias inamovibles que las Farc le hacía al gobierno, imposiciones indignantes que se convertirían en parte del acuerdo final. Algunas de ellas nada tienen de graves, otras son parte lógica de cualquier negociación y solo en la mesa se verá su pertinencia o su desafuero, y otras sin duda son mentiras salidas de mentes perturbadas. En la lista estaba la petición de la guerrilla de no cargar más con el rótulo de terroristas, lo cual es de esperar que se cumpla, una vez firmen el acuerdo de paz y dejen las armas. ¿No es de eso de lo que se trata esta negociación? Vale la pena recordar que el secretario de Estado norteamericano John Kerry se reunió en La Habana con los negociadores de las Farc en un gesto de apoyo irrestricto al proceso. Es preciso decir que este funcionario tiene prohibido reunirse con terroristas. También se habla de un canal de televisión para la guerrilla, de las zonas de reserva campesina como territorios soberanos de las Farc y de una participación para este grupo de la explotación nacional de hidrocarburos y minerales. Estas últimas exigencias hablan muy bien de la imaginación de quien produjo este listado. La verdad es que nada de esto será parte de un acuerdo final.
Como sociedad estamos entrando a una nueva etapa de nuestra historia, una que será mejor que el pasado y que permitirá encauzar nuestras energías para resolver otros graves problemas que tenemos. No dejemos que tantas mentiras y temores sin fundamento real afecten esta importante transición.
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