Andrés Hurtado


Estábamos “encarretados” con la figura del político, militar, cauchero y asesino del Orinoco. Además del caucho había otra goma que movía el sangriento negocio, el balatá. Con un grupo de sediciosos Funes destronó a Roberto Pulido, gobernador del estado Amazonas, lo asesinó y se encaramó en su puesto. En la asonada entrando casa por casa mató a 200 venezolanos; algunas crónicas hablan de 460 los asesinados. Esa fue la llamada “Noche de los machetes”. (La historia recuerda otras noches terribles. Dos por culpa de los nazis: “la Noche de los cristales rotos” y la “Noche de los cuchillos largos”. Y la matanza de hugonotes llamada “La Noche de San Bartolomé”).
Era la época del tan mentado dictador Juan Vicente Gómez quien no estaba de acuerdo con los sangrientos procederes de Funes; simplemente se limitaba a ignorarlos. El que sí no lo soportaba fue el general Emilio Arévalo que atacó a Funes y lo sitió en su casa en San Fernando de Atabapo donde se había atrincherado. La primera idea de Arévalo fue rodearlo con fuego y quemarlo vivo, pero Funes se entregó y fue fusilado en la plaza del pueblo delante de todos los habitantes. Era el 31 de enero de 1921. Pero volvamos atrás en la historia y no comencemos por el final como en la novela de García Márquez: “Crónica de una muerte anunciada”.
Por el famoso Caño Casiquiare sacaban Funes y sus secuaces el caucho y el balatá para el gran mercado de Manaos. Recordemos que el Casiquiare une de manera casi fantástica las dos grandes cuencas de Sur América, las del Orinoco y del Amazonas. El Casiquiare fue uno de los destinos más buscados del sabio Humboldt. De esta manera los crímenes cometidos “abajo” en el Putumayo, por la fatídica Casa Arana-Larrañaga (pastuso este y cuya tumba conocí perdida en medio de la selva) esos crímenes se repitieron aquí “arriba” en el Orinoco, cometidos en gran parte por Funes y sus subalternos. Lo más terrible es que a Funes no le importó la frontera y extendió sus fechorías hasta el Vaupés y el Vichada, ante la mirada pasiva de nuestro gobierno central presidido por el inmenso gramático que fue don Marco Fidel Suárez.
No solo esto, sino que Marco Fidel Suárez y Juan Vicente Gómez unidos persiguieron al general Arévalo, que cayó preso y estuvo encerrado en una cárcel de Boyacá. ¡Lo que hay que ver! O mejor: ¡lo que hubo ver!
Ahora sí contemos cómo murió “el Terror de Rionegro” como también lo llamaban. El río Negro es nuestro Guainía cuando entra a territorio brasileño y cambia de nombre. Engrosado por el río Vaupés será el río de agua negra más grande del mundo y va a juntarse con el Solimoes en Manaos para formar el que desde ese punto se llamará Amazonas. Por este río Guanía-Negro sacaba Funes el caucho para Manaos.
En la plaza de San Fernando de Atabapo hay una cruz con una lápida que indica el sitio exacto del fusilamiento. Dicen que se presentó vestido de liquiliqui blanco, que no se dejó vendar los ojos y gritó: “Adiós amigos”. Amigo como soy de visitar cementerios, (ya lo he contado en LA PATRIA más de una vez) yo quería saber dónde está enterrado este sanguinario cauchero. Igual que para visitar Jirijirimo, mítico lugar de la selva, fui allegando datos de muchas partes, aquí hice lo mismo. Incluso tuve conversación con un telegrafista al que un rayo dejó sordo. En San Fernando de Atabapo, yo me decía, debo encontrar datos de Funes y sus fechorías.
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