En la edición del domingo, en este diario, se dedicaron algunas páginas para revisar los hechos más importantes del último año en la ciudad y el departamento; me pareció interesante el balance positivo del período, porque en ocasiones, cuando hacemos este ejercicio nos quedamos en los puntos negros y perdemos de vista los otros matices y las posibilidades que representa el resto de la hoja en blanco. Tradicionalmente, esta es una época de inventarios, balances y propósitos personales; desafortunadamente, algunos de nosotros nos quedamos contando las historias difíciles, perdiendo de vista los regalos que recibimos y al final, lo que parecía una celebración puede terminar en lágrimas o lo que es peor, se nos quitan las ganas de mirar al futuro con optimismo y entusiasmo. 
Si usted como yo, tuvo un año complicado en algún aspecto, tal vez encuentre útil esta invitación que le hago para el 31 de diciembre; puede hacerlo solo o si quiere convertirlo en un juego divertido con otros. Tal vez algunos tenemos el recuerdo de un abuelo o un papá contándonos historias de cosas de su vida, de sus padres y abuelos, historias que tenían el poder de hipnotizarnos y nos quitaban la respiración o nos hacían reír hasta terminar en lágrimas. Hablo de las historias familiares, pero también podría mencionar el poder de las historias que empezó a contar el hombre desde sus orígenes, mucho antes de que tuviéramos el regalo de la escritura, que siglos después, nos permiten conocer y entender de dónde venimos. Contar historias es poderoso y divertido y probablemente es mejor escucharlas de alguien que cuenta con lujo de detalles lo que sucedió, con emociones, sonidos y gestos que le ponen color y nos involucran en la trama; es parte de lo que sucede cuando leemos un libro o vemos una película que nos enamoran y no quisiéramos que terminaran. Quiero invitarlo a que se convierta en narrador y protagonista de sus propias historias, con el propósito de divertirse, ponerle color al cierre de este ciclo y para que el 2016 sea el año maravilloso que nos merecemos, individualmente y como sociedad. 
Explore en sus recuerdos de este año y escoja algo que lo haga sonreír, no importa si es pequeño, si lo pone alegre es porque valió la pena; recuerde qué día era, quiénes estaban allí y reviva con el mayor detalle posible lo que pasó. Si está solo, cuéntese o escriba su historia y deje que esa emoción tan agradable regrese; si está acompañado compártala, escuche otros relatos, pregunte con curiosidad para entender cuál es esa capacidad o valor que tiene el otro para que le hubiera pasado algo tan bueno y celebren las cosas valiosas que tiene cada uno; detrás de una historia maravillosa siempre hay una o varias personas que la hacen posible. Este puede ser un buen juego para el último día del año que permita convertir las quejas, reclamos y lágrimas en sonrisas y abrazos de gratitud, en primer lugar con usted mismo. El poder de las historias va mucho más allá de reconstruir el pasado, lo más poderoso de esta propuesta es que permite construir nuevas realidades. Lo invito a jugar de nuevo el primer día del año, solo o acompañado, para soñar con el año que quiere tener; se trata de escribir o compartir la historia del próximo año como si ya hubiera sucedido, con el mayor detalle posible ‘Hoy es el 31 de diciembre de 2016 y después de los propósitos que nos hicimos el año pasado, quiero decirles que estoy viviendo la vida que siempre quise vivir…’. Puede que en un año no se logren muchas cosas, pero sí se puede dar el primer paso o el siguiente, para caminar en una dirección diferente en temas de salud, relaciones, trabajo, estudio, espiritualidad o lo que le interese y quiera alcanzar. No deje la historia ahí, si de verdad quiere lograrlo, escriba tres acciones concretas, póngales fecha, revise donde podrían estar los obstáculos que no lo dejarían realizarlas y con esta claridad, defina los primeros 3 pasos para avanzar y cuando los logre, defina los siguientes tres pasos. Póngaselo fácil, cuente su historia y empiece a caminar hacia ella.