En varias de mis columnas, en este mismo espacio, he sido enfática en que el desarrollo debe pensarse más allá del cemento. Que los ciudadanos y los gobernantes debemos presionar y propender por una agenda regional que abarque más allá de un aeropuerto, una autopista o un puerto. Por eso, he resaltado desde aquí el valioso y colosal esfuerzo que implica pensar el desarrollo regional basado en el conocimiento. Trato de repetirlo cada vez que puedo, para que esa idea de porvenir de región educada y centrada en el saber vaya quedando grabada en el inconsciente de todos, como hoy pasa con los proyectos de infraestructura física.

Al mismo tiempo, quizás sea el más común de los lugares repetir que la falta de infraestructura es una necesidad, no solo regional sino nacional, a la cual hay que darle rápido impulso porque el atraso en que se encuentra Colombia es abrumador. En ese sentido, es muy esperanzador ver que proyectos como el Aeropuerto del Café parecen haber resuelto sus obstáculos y cuenta con los recursos necesarios para su implementación.

Para que el Aeropuerto del Café pueda empezar su funcionamiento se necesitan 424 mil millones de pesos. En un estudio contratado por el Gobierno Nacional con la firma Deloitte, se establece que la suma que puede aportar la Nación para tener un retorno financiero, económico y social de dicha inversión es de 354.458 millones de pesos, equivalente al 83,5% de los costos de la primera etapa. Por su parte, el departamento se comprometió a destinar los dineros provenientes de la venta de los predios que hoy comprenden el aeropuerto La Nubia, que se estiman pueden costar 80 mil millones de pesos. Los 10.458 millones de pesos restantes serían un aporte de la gobernación de Caldas y la alcaldía de Manizales con recursos de regalías. Adicionalmente, la perspectiva de los más moderados muestra que el Aeropuerto del Café, en su primer año de operación, tendría un flujo de 213 mil pasajeros.

En la región es común oír que el Aeropuerto del Café implica una inversión muy alta, sin embargo, si se compara con otros proyectos de infraestructura que están realizando en otras regiones del país, éste parece un emprendimiento normal, nada extraordinario. Por ejemplo, el Puente del Bicentenario en Bucaramanga tuvo un costo de 134 mil millones de pesos, las mejoras a los aeropuertos de Armenia y Pereira costarán 225.480 millones de pesos, al nuevo Puente Pumarejo se destinarán 614.945 millones de pesos y la modernización del aeropuerto de Barranquilla valdrá 345 mil millones de pesos. Por su parte, la carretera Ibagué - Cajamarca está avaluada en 1,2 billones de pesos y la malla vial del Meta en 1,6 billones. Posteriormente, habría que hacer un estudio que permita determinar las causas por las cuales a los caldenses nos cuesta tanto sentirnos dignos de inversiones del Estado.

Hay quienes afirman que la región no necesita más aeropuertos, que el servicio que hoy presta La Nubia se puede mejorar y que el Matecaña es un excelente aeropuerto alterno para Manizales. Indudablemente, hoy Pereira presta un buen servicio a la región, a pesar de sus dificultades para operar en momentos de lluvia. Sin embargo, en el mediano plazo, su capacidad de crecimiento, mejoramiento y operación se ve limitada por estar situado dentro de la ciudad. Por tal motivo, el Aeropuerto del Café, que se encuentra equidistante entre las áreas metropolitanas de Manizales y Pereira, los mayores centros urbanos del Eje Cafetero, tiene la posibilidad de convertirse en el aeropuerto regional en el mediano plazo. Así pues, en un contexto menos inmediatista, el proyecto de Palestina cobra mucho más sentido como obra de integración regional.

Estas cifras, sumadas a algunos hechos, muestran que el Aeropuerto del Café está lejos de ser una gran inversión o un despropósito. Adicionalmente, su pronta realización permitirá al Eje Cafetero contar con un proyecto viable de aeropuerto regional a mediano y largo plazo.