Jorge Raad


En esta época: ¡Perdió la asignatura! ¡Le faltaron 3 décimas! ¡Tiene que hacer una etapa de recuperación! ¡Uf, me salvé! Estas frases son reales al final de cada período lectivo en todos los ciclos de la educación que se imparte en Colombia, inclusive en la educación superior.
El cerebro de los seres humanos de hoy en su estructura básica es casi igual al que tenían los primeros individuos que iniciaron en linaje del hombre y mujer como prototipos de la especie. Pero hay un abismo increíble entre las funciones del cerebro de ayer y el actual. Seguramente, con el correr de los siglos venideros, o quizá décadas, la fisiología cerebral y en especial la actividad psíquica se adaptará a las modernas circunstancias en las cuales vivirán las personas
La historia de la educación es muy atractiva porque evidencia como el ser humano ha deseado aprender desde siempre. Su cerebro le permite una permanente disposición para la adaptabilidad física y mental. La cotidianidad le fue permitiendo a su masa encefálica los elementos intangibles para entender y repetir lo que debía hacer si quería vivir.
No siempre el ser humano ha aprendido bajo los regímenes de la escolaridad como se identifica hoy. En un tiempo existió la libertad en medio de un ambiente de confianza y de un deseo innato, incontrovertible e irreductible por aprender.
La figura del maestro era proverbial y de él dependía el avance de sus discípulos hacia los distintos escalones del ejercicio de lo que había adquirido con la evidencia de sus destrezas y la comprensión de los problemas con las correspondientes soluciones a ellos, únicas o múltiples.
Con el tiempo a pesar del derecho a la educación básica, en todos los ciclos, la rigidez se hizo evidente tanto en la presencia efectiva como en la evaluación.
Muchos sistemas tratan de cambiar, y lo logran, las modalidades de la enseñanza y del aprendizaje en el tiempo. La tecnología ha hecho posible lo que antes era considerado imposible e incluso ha ido más allá de muchos conceptos recientes buscando llegar al mundo del conocimiento universal, lo que cada vez será más fácil.
Todo ser humano, puede aprender lo que quiera y otros con limitaciones genéticas, traumáticas o patológicas, lo que le induzcan.
Por ello la instrucción virtual, la moda que ya no es, va dejando de lado a la rigidez de directivos y profesores, tanto en la conducción de la instrucción como en la evaluación de los resultados logrados.
Hay disciplinas que tienen un alto contenido en la adquisición de destrezas y soluciones a problemas reales necesitan de la interacción directa, presencial, entre profesor y estudiante. Por ahora no hay una alternativa valedera, se insinúa pero no puede generalizarse.
En el extremo de la rigidez lo más lógico es preguntar: ¿Cuál es la diferencia entre 2.8 o 2.9 y un 3.0 o 3.1? Indudablemente estas cifras son el resultado de la suma matemática de calificaciones parciales y finales. Respuesta: Ninguna real. ¿Dos o cinco décimas de unidad pueden definir lo que sabe un estudiante y un futuro profesional?
Se debe agregar: ¿Y la percepción, mejor que evaluación, humana donde queda consignada? El peligro de tener sabihondos bárbaros, es manifiesto en la actualidad.
Ahora en otros países, en la primaria todo ha cambiado por unas evaluaciones frases más realistas y por ende mejores indicadores desde el enfoque humano: Excelente, notable, satisfactorio y sin obtener el logro: O, algo similar.
En Colombia y Manizales hay centros de formación, mejor que educación, en donde imperan las evaluaciones integrales, eventos elevadamente satisfactorios desde los enfoques técnicos y personales.
Una evaluación integral no implica explícitamente lasitud. Ésta puede aparecer por una omisión del docente y una sobreactuación intencionada del estudiante que induce errores de apreciación. Pero un semestre o un año, son suficientes para que un profesor estructurado identifique la presencia o ausencia o la clase de valores en sus educandos.
La educación debería adoptar un sistema integral y diferente.
Nota: Esta columna dejará de aparecer temporalmente.
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