Jorge Raad


Una información reciente indicaba que en una universidad barcelonesa, así como otras en España, habían cerrado el programa de Homeopatía debido a la falta de rigurosidad científica y fuerte oposición de médicos españoles.
La simpleza de la noticia tiene un fondo inmenso que compromete las conductas en asuntos de salud que han asumido sociedades como la colombiana.
La medicina actual puede dividirse en dos grandes ramas: la alopática y la homeopática, las cuales tienen muchas bases comunes pero fundamentalmente evidencian diferentes estrategias terapéuticas.
En Colombia han existido al menos dos reconocidas escuelas formadoras de personas en las ciencias, las técnicas y las artes de la homeopatía. Ellas tienen la autoridad para ejercer la profesión de homeópata, pero la ley colombiana es rígida al indicar que otros expertos no instruidos estricta y universitariamente en estos temas y quieran ejercer esta rama de la medicina, tienen que ser médicos alópatas, como lo son al menos el 98% de los médicos que ejercen en Colombia.
La temática es muy delicada, en una época en que la sociedad a causa de una pésima respuesta del sistema de salud colombiano, comenzando por una cada vez mayor dificultad en mantener una excelente relación médico-paciente, recurre a medicinas alternativas de diverso origen y con distintas modalidades.
El 90% de los colombianos no puede afirmar verazmente que nunca durante su existencia no haya asumido, consciente o inconscientemente, alguna de las siguientes conductas: Tomarse una cucharada recetada por la abuela; aplicarse un emplasto indicado por la madre; ingerir un laxante recomendado por el amigo; utilizar unas gotas para el oído o si es del caso oftálmicas; beber una infusión de tres hojitas, con o sin miel; consumir una limonada caliente; ingerir agua tibia; cortar en triángulos una fruta y comerla antes de dormir; utilizar un collar de un vegetal o aplicarse externamente ramas o fragmentos de una planta, y así la lista puede tan numerosa como proclives a estas conductas pueden ser los grupos sociales en determinados sitios del país. Para consuelo, alguna vez durante la vida han sucumbido hasta los más doctos.
En la narración de los hechos históricos de la medicina es dable identificar como real la utilización de muchos elementos, vegetales, animales y otros, en la terapéutica. La variedad de ellos dependía de las diferentes escuelas que enseñaban y practicaban la ciencia y el arte médicos.
Actualmente las terapias alternativas tienen diferentes vertientes y existen médicos alópatas que hacen una práctica eminentemente académica, como hay otros que se han derivado a un ejercicio imperito comprometiendo la ciencia y la técnica en donde el interés financiero predomina. Igual sucede con los médicos homeópatas.
Hay personas que tienen estudios, no médicos, e indican terapias naturalistas como una aplicación eminentemente académica sobre realidades innegables, aprovechando las reconocidas cualidades de los elementos o productos recomendados y utilizados.
Otros seres humanos no tienen ningún estudio, pero su experiencia en el manejo de estos productos es importante. En estos casos, buena parte de la responsabilidad por la ausencia de resultados no favorables recae directamente en el paciente.
La libertad de la persona en recurrir a una medicina alópata u homeópata es absoluta. Cada quien se aplica o toma o utiliza lo que a bien tenga. Pero es evidente que cuando los médicos alópatas no le proporcionan al paciente, o a su familia o amistades, lo que él cree necesitar o desear, recurren a otras medicinas incluyendo las diferentes técnicas de la acupuntura.
Igualmente, no es extraño evidenciar las conductas de varios pacientes que recurren simultáneamente a terapias alternativas mientras están en procesos terapéuticos ordenados por la medicina alópata, algunos con la consigna de que ello si no hace bien no hace daño, lo que no siempre es adecuado.
El tema es tributario de otros análisis en donde las academias y las autoridades sanitarias deben proveer a los ciudadanos elementos de juicio para que cada persona adopte sus propias decisiones.
Nota: El Hospital Universitario es una necesidad de la sociedad.
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