Jorge Raad


Quizá en los albores del Homo sapiens sapiens fueron suma y resta. Posteriormente todas las operaciones, se desarrollaron de una manera simple y relacionada con cualquier evento de los seres vivientes, de cualquier clase, o cosas o hechos. El ábaco apareció hace 4.000 años y fue una maravillosa herramienta, precursor de la calculadora digital. Existen descripciones de otros instrumentos, inclusive en las culturas inca y azteca.
Posteriormente, aparecieron las relaciones matemáticas para comprender el impacto de cada cifra dentro de un todo, comenzando por las todavía utilizadas: tres de cinco o dos de tres, al mejor estilo de los mercaderes. En un avance importante, ya no eran 20 naranjas podridas sino el 2% entre 1.000 analizadas. Con al menos estas proporciones la realidad, que seguía siendo certeza, adquiría otro enfoque.
Desde el siglo XIX se fue haciendo evidente la necesidad de la utilización de las proporciones simples en los seres humanos y sus enfermedades. Para entender, la importancia de los eventos se relacionaron inicialmente con el mágico número de cien, en el reconocido, comprensible y vital Sistema Métrico Decimal, adoptado universalmente en Paris en 1875. Los centros hospitalarios mundiales se apropiaron de la técnica estadística y atrajeron más pacientes.
Otros profesionales comenzaron a manejar en sus disciplinas las proporciones, sobre todo aquellos relacionados con las ciencias naturales. El 3% de los seres humanos tienen tuberculosis; el 5% de las plantas están caídas; el 10% de los suelos son rocosos. También, en la práctica diaria las proporciones eran fundamentales: tres medidas de arena y una de cemento. Más allá: Tiene éxito en dos de seis procesos jurídicos. O quizá: fabrica el 5% de toda la producción nacional. Y, así pueden llenarse miles de espacios.
Aparecieron, afortunadamente y por necesidad impostergable, personas dedicadas por entero a estadística. Con ellos los análisis de las cifras cambiaron. Ya no eran, ni son, las simples y vitales proporciones de Gregorio Mendel, cuando planteó los resultados de sus experimentos genéticos.
En el Bulletin de junio, la Organización Mundial de la Salud, se encuentran las respuestas espléndidas de la entrevista de Andréia Azevedo a Richard Peto, profesor de Epidemiología de la Universidad de Oxford. El documento titulado: Las grandes causas de muerte por enfermedades no transmisibles, es un compendio de sabiduría expresado por un experto que no necesitó ser doctor para ser un excelente investigador. Su profesor y colega Richard Doll, quien junto con otros demostraron que el tabaco producía cáncer de pulmón.
Interesante el motivo por el cual él se hizo estadístico, y como millones de historias en otros seres humanos, llegó por necesidad de laborar. Aparecen afirmaciones, que parecen candorosas, de contenido filosófico que ojalá sean analizadas por estudiantes y profesores.
Expresiones del profesor Peto: El trabajo diario no era lo mejor que se podía hacer en el planeta. Los resultados, lo convencieron de lo contrario, una verdad irrefutable.
Otra: Antes yo no llevaba trabajo a mi casa, ahora no voy sin un maletín. Pero cuando era joven era un mejor ser humano. ¡Contundente!
Las investigaciones en las cuales participó Richard Peto, demostraron la acción letal del tabaco en médicos y pacientes británicos, posteriormente sus estudios se extendieron a otros grupos, confirmando los resultados iniciales. De ello se desprendió un axioma, universalmente aceptado, que indica que jamás fumar o parar de hacerlo, salva vidas.
Distinta de Peto: Una moderada reducción en una gran causa puede prevenir más muertes que una gran acción en una causa menor. Simple y afortunado manejo estadístico ajustado a la realidad.
Además: Para controlar el cáncer son necesarias más pruebas confiables descubiertas por diferentes investigadores. Sin probabilidad de duda.
Continúa Richard Peto: Hay necesidad de ahondar más en lesiones crónicas no infecciosas. Cierto y salvo por las epidemias o pandemias, las agresiones son cada vez más frecuentes y permanentes. Ejemplos: la hipertensión arterial, la obesidad, la hiperlipidemia fundamentales en las lesiones vasculares.
Finalmente, distingue entre probable y definitivamente carcinogénico. La carne roja es por ahora: probable, con un riesgo mínimo. Eso contrarresta los excesos en la verborrea de corredor que favorece grandes oportunidades industriales que rentan billones de pesos.
Nota:¿Y, el hospital Universitario?
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