Jorge Raad


A propósito de un artículo publicado el sábado pasado en la prestigiosa revista médica británica The Lancet, -La lanceta- con un historial de más de 10.000 números. Las escuelas de medicina, las academias, los centros asistenciales aquellos dedicados a la investigación en salud, la reconocen como una publicación científica seria.
Antes los médicos colombianos la consultaban con más frecuencia como lo hacían con las publicaciones norteamericanas, otras inglesas, francesas, mexicanas, muy distinto sucedía y aún acontece con las revistas argentinas, italianas, surafricanas cuyos lectores son mucho menos. Sin embargo las procedentes de la Organización Mundial de la Salud-WHO-OMS, editadas en Suiza son cada vez más consultadas.
El documento se refiere a las recomendaciones que deben tener en cuenta quienes atiendan a niños que consultan por enfermedad en países como Colombia.
La esencia del escrito establece la necesidad de utilizar un mínimo de signos y síntomas que permitan identificar las condiciones del paciente consultante, que lleve al médico a entender el proceso y determinar el uso de apropiada tecnología y decidir la formulación o definir conductas para atención más especializada en la propia institución, o considerar la remisión a otro centro y aquí hay que afirmar que ello debe acontecer luego de estabilizar el paciente.
En los grandes desastres resultan heridos de todas las condiciones, unos con posibilidad de recuperar la salud y otros en estado de tal gravedad que se identifica una muerte próxima, el equipo de salud tiene que clasificar a los pacientes mediante un sistema denominado triage, el cual se utiliza, en cualquier sitio o punto de mando médico, para dar prelación a aquellos que pueden salvar su vida. Aparentemente es una situación inhumana, pero solo así se puede atender cuando el número de afectados rebasan los recursos existentes y la posibilidad de mantener la vida es una realidad.
Ahora bien, el triage es un sistema que se ha ido implementando en muchas instituciones, ya no solamente en catástrofes, sino en la atención en salud con el fin de atender casi inmediatamente a quien consulta por urgencias y definirle una conducta para proseguir de inmediato su atención, indicarle una consulta prioritaria, o anunciarle que su proceso puede esperar hasta una consulta posterior.
Ello está bien en cuanto se cumplan varios requisitos: Un interrogatorio breve y esencial; un examen selectivo del paciente; decidir sobre la conducta inmediata con el enfermo; definir la posibilidad de atención complementaria inmediata y allí a la hospitalización o al hogar; remisión inmediata si fuere del caso y finalmente una explicación completa y adecuada al paciente o a sus familiares.
Pero este método, muy importante y efectivo cuando se practica como lo demandan los mejores procedimientos de atención en salud, se ha degradado en no pocas veces cuando el portero o cualquier vigilante asumen los papeles de selectores de pacientes indicando peligrosamente: Este entra, este espera, este se devuelve o aquí no lo pueden atender y ni siquiera deja bajar el paciente de la ambulancia o de un vehículo cualquiera de transporte.
La clasificación, triage, de los pacientes debe ser realizada preferencialmente por el personal médico y como condición indispensable con experiencia en el ejercicio de su profesión. Pero en la actualidad médicos jóvenes, sin mayor trayectoria, hacen el triage con interés, pero con la derivación de su inexperiencia. En determinadas entidades las enfermeras hacen este papel y no siempre pueden cumplir con lo solicitado.
La atención inicial institucional es fundamental para el futuro del paciente, de este primer contacto dependen acciones que deben tutelar la vida de quienes recurren en busca de solución a sus dolencias.
Fortunato Gaviria Botero
El periodista Orlando Cadavid Correa y el abogado Víctor Eduardo Pérez recordaron a Fortunato Gaviria Botero, con motivo de un año más del suceso doloroso e injusto de su muerte. A lo dicho por ellos hay que añadir su inmenso compromiso social revelado en el apoyo irrestricto a las actividades en bien de la salud de los caldenses.
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