Efraim Osorio


¡Ah, la pronunciación! Los españoles, que nos descubrieron por equivocación y dizque nos conquistaron, nos legaron su religión y su idioma, pero, ignoro por qué, no nos dejaron su pronunciación. Por esto, sin meterme en los intríngulis de la fonética -que no son mi fuerte-, pronunciamos la ‘ce’, la ‘zeta’ y la ‘ese’ de la misma manera, todas como la última. Para nosotros no hay diferencia de sonido entre ‘ambición’ y ‘ocasión’, ni entre ‘casón’ y ‘corazón’. Como tampoco la hay entre ‘rebozar’ y ‘rebosar’, obstáculo con el que tropezó el columnista Iván Cancino y que lo hizo trastabillar en la siguiente frase: “Colombia, un país rebozado de maravillosas leyes…” (LA PATRIA, 1/12/2015). ‘Rebosar’ es el verbo adecuado en ese contexto con el significado metafórico de “abundar en demasía una cosa”, ‘las maravillosas leyes’, según el señor Cancino. Su significado primario es “derramarse un líquido por encima de los bordes de un recipiente en que no cabe”, y viene del latín ‘reversare’ (‘volver lo de dentro afuera’). Y ‘rebozar’ (de ‘bozo’, que, además de “vello que apunta antes de nacer la barba”, significa también “parte del rostro próximo a la boca”), “cubrir casi todo el rostro con la capa o manto”. Lo mismo que ‘embozar’, como en esta muestra de El Quijote: “Y, dejándolos, se volvió adonde estaba Dorotea, la cual, como había oído suspirar a la embozada…” (I-XXXVI). De los dos verbos, las palabras ‘rebozo’ y ‘embozo’, respectivamente. El primero quiere decir “modo de llevar la capa o manto cuando con él se cubre casi todo el rostro”; y el segundo, “parte de la capa, banda u otra cosa con que se cubre el rostro”.
* * *
La escritora Piedad Bonnett escribió para El Espectador, alrededor del 29 de noviembre de 2015, una nota escalofriante sobre su experiencia como jurado de concursos de cuento. Por su importancia, transcribo estos apartes: “La lectura reciente de un número significativo de cuentos escritos por niños y jóvenes de primaria, bachillerato y universidad de todo el país, me lleva a ratificarme en un diagnóstico: el nivel de escritura de los estudiantes colombianos es pésimo. Un verdadero desastre. Y esto lo afirmo después de leer casi un centenar de cuentos ¡que son ya los elegidos como finalistas entre más de 30.000! Cómo serán los otros, me pregunto.
Para ellos las tildes no han existido nunca, la puntuación es aleatoria e independiente del sentido, y la ortografía es una función del corrector automático. El punto y coma ha muerto, y allí donde aún respira lo hace en el lugar equivocado. De las preposiciones ni hablar: usos tan errados como inimaginables. Todo ello entraña un menosprecio total del lenguaje, y casi aún peor, desinterés total por la corrección. Nada evidencia una segunda lectura del propio texto: palabras torpemente reiteradas, tiempos verbales incoherentes, frases inconclusas. Y eso, como dije, en los "mejores" del concurso. Este, auspiciado por importantes entidades, fue concebido como herramienta pedagógica y como instrumento para tomarle el pulso a la educación. Y lo cierto es que diagnostica muy bien el problema: varios años de llevarlo a cabo les ha revelado que la gran mayoría de los estudiantes colombianos, incluidos los universitarios, no tiene ni idea de escribir”. (Enviado por Álvaro Marín Ocampo). ¿Quiénes o qué circunstancias son responsables de tan desoladora realidad? Y lo más preocupante es que, por la misma razón, cada vez son menos los educadores capacitados para cambiarla.
* * *
En su comentario sobre la película “El valle del amor”, protagonizada por Gerard Depardieu e Isabelle Huppert, el columnista Juan Carlos González A. escribe: “…para honrar la memoria de su hijo mutuo, fallecido recientemente” (El Tiempo, 6/12/2015). ¿Un hijo ‘recíproco’? Además de este adjetivo, sinónimos de ‘mutuo’ son ‘mutual, solidario, alterno, sinalagmático (‘perteneciente al contrato’), bilateral, correlativo’, y su definición, ésta: “Se dice de lo que recíprocamente se hace entre dos o más personas o cosas inmateriales”, verbigracia, como escribió Cicerón, “pro mutuo inter nos animo” (“en razón de nuestro mutuo afecto”), de lo cual se deduce que viene del adjetivo latino ‘mutuus’ (‘prestado, dado a título de préstamo; mutuo, recíproco’). Suprímale, señor, el ‘mutuo’ a su frase, y le queda que ni pintada.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015