Efraim Osorio


Monseñor Jorge García Isaza, manizaleño como el que más, murió el 16 de agosto de este año. Aunque él ya había descolgado siete almanaques más que yo, tuve el privilegio de conocerlo desde 1946, cuando empecé mis estudios de secundaria en la muy querida y recordada Escuela Apostólica de los sacerdotes lazaristas en Santa Rosa de Cabal. Durante doce años compartí con él y sus hermanos (Alberto, Mario, Germán -ya fallecido, y quien fue también obispo- y José Samuel) estudios, actividades de diversa naturaleza, especialmente religiosas, culturales y deportivas. Inolvidables con él, mis seis meses de magisterio en el seminario de San Gil (Santander). Lo vi por última vez hace un par de meses cuando fui a visitarlo al apartamento de su hermana Adiela en el barrio Palermo. Estaban con él Alberto y Mario. La charla, por supuesto, fue sobre recuerdos, añoranzas y un par de proyectos recientes. Se veía bien, muy bien, con esa sonrisa suya característica, la de la fotografía con que nuestro diario ilustró la nota sobre la triste noticia de su deceso. Monseñor Jorge García Isaza fue un hombre bueno, un sacerdote ejemplar y un misionero abnegado, según las enseñanzas y el ejemplo de san Vicente de Paúl. Que el Señor lo tenga ya disfrutando del premio reservado a los justos.
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En la nota a que aludo en el párrafo anterior, su redactor dice: “El religioso había nacido en Manizales el 2 de julio de 1928” (LA PATRIA, 18/8/2016). En la vida de los seres humanos hay dos sucesos -nacer y morir- cuya realización sólo se puede expresar por medio del respectivo pretérito de indicativo -nació y murió-, puesto que son hechos ya cumplidos, en los que no se presenta la condición que exige el antecopretérito (pretérito pluscuamperfecto) de indicativo, a saber, la relación de un hecho anterior a la época de que se habla, por ejemplo, “cuando ocurrió el Bogotazo, él ya había nacido”. “Nació o murió en tal fecha” es, por lo tanto, la única forma de señalar hechos tan trascendentales de nuestras vidas. Sin la diversidad de las inflexiones verbales, sería imposible escribir una novela, narrar un cuento, o relatar siquiera hechos triviales de nuestra existencia. Hay verbos que, por su significado, no aceptan esos malabares de tiempo, pues el resultado de hacerlos no es más que literatura barata, como sucede con el abuso del presente histórico.
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Aunque en latín el verbo ‘definire’ tiene la acepción de ‘terminar una acción’, en castellano este significado tiene otros matices, por lo cual me parece que el columnista Cristian Valencia lo empleó equivocadamente en la siguiente oración: “El paro fue de carácter indefinido durante los tres primeros días, al cabo de los cuales tocó definirlo…” (El Tiempo, 9/8/2016). “…al cabo de los cuales tocó terminarlo”, debió escribir. Sus sinónimos explican mi posición: ‘fijar, precisar, puntualizar, determinar, aclarar, explicar, concluir, decidir, razonar y especificar’. ‘Concluir’, especialmente con el significado de “rematar minuciosamente una obra, particularmente las obras de arte”. O el de ultimar detalles, quizás la idea pretendida, caso en el cual sí habría estado bien empleado el verbo. Pero el contexto dice lo que dice.
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Titular de primera página de LA PATRIA: “Rotunda elección de Negret a la Defensoría” (17/8/2016). El adjetivo ‘rotundus-a-um’ en latín significa ‘que tiene forma de rueda; redondo, de figura redonda, circular’. De él proceden los adjetivos castellanos ‘redondo’ y ‘rotundo’. Del primero no hay necesidad de hablar; del segundo, sí, porque fue el escogido desatinadamente por el titulador para calificar la elección que se realizó ayer de ese funcionario. Desatinadamente, porque no es el adecuado para dicha calificación. En efecto, el castellano lo tomó para con él calificar “el lenguaje llano y sonoro”; y todo aquello que sea “claro, preciso y terminante”, como una negativa o una declaración o una respuesta. Y todo lo que sea ‘redondo’, como las bases de las construcciones que llaman ‘rotundas’. De aquí que sus sinónimos sean, además de ‘redondo, esférico’, ‘claro, preciso, terminante, definitivo, completo, concluyente, conclusivo’, adjetivos que se aplican a afirmaciones, negaciones, etc., y a párrafos, períodos, o cualquier otro término que signifique “lenguaje, bien construido, expresivo y preciso” (M. Moliner). Entonces, ¿abrumadora, aplastante, contundente? Cualquiera.
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