Efraim Osorio


Afirma el profesor Moisés Waserman: “Hay una palabra inglesa que me hace mucha falta en el español: self-righteousness. He buscado inútilmente (...). Algunos la traducen como 'fariseísmo', pero no es lo mismo” (El Tiempo, 29/4/2016). Dice, entonces, que lo mejor es explicarla, y lo hace así: “Es el sentimiento de superioridad moral derivado de la convicción de que las propias creencias o afiliaciones son más virtuosas que las de los demás”. Como estoy convencido de que el castellano tiene los términos adecuados para expresar las ideas que expresan los de la mayoría de otros idiomas, me puse en la tarea de buscar el que no halló el señor Waserman. Y sí, los diccionarios traducen la palabra inglesa por 'fariseísmo' ('hipocresía'), que, me parece, es una muy buena traducción. Busqué, no obstante, sus sinónimos en inglés, y me topé con 'sanctimoniousness', no muy justa, porque significa 'santurronería, beatería, mojigatería', que no expresan la idea buscada. Indagué más, y encontré un adjetivo muy usado en el lenguaje familiar, 'goody-goody', cuyo significado es 'gazmoño'. Y exclamé ¡eureka! ¡Gazmoñería!, cuya definición puede ser ésta: “Actitud de las personas afectadamente muy estrictas en las cuestiones relacionadas con la ética”, acepción que coincide con la que los diccionarios ingleses dan de 'self-righteousness': “Dependencia o confianza en la supuesta rectitud propia” (Webster); “La jactancia empalagosa de las propias creencias y del propio comportamiento moral” (MacMillan). Sea de todo esto lo que fuere, la definición de 'fariseísmo' expresa lo mismo: “Actitud de las personas que, en religión o en una doctrina cualquiera, se muestran muy rigurosas tanto consigo mismas como con otros en la observación de las formas, pero, en realidad, están muy lejos de ser fieles a la doctrina” (María Moliner). E, intrínsecamente, se creen superiores a los demás. Son engreídas, endiosadas, ensoberbecidas, insolentes, presuntuosas... Y hay más...
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Hace alrededor de catorce lustros, la película mejicana “Cuando los hijos se van”, protagonizada por Sara García, hacía llorar a casi todas las señoras y 'chocolear' a más de un varón. Fue ese verbo, 'chocolear', que pronunciamos 'chocoliar', una de las primeras palabras de mi escasísimo vocabulario. Pero el redactor de “Supimos que...”, al narrar la entrevista que LA PATRIA le hizo al saliente comandante de la Policía Metropolitana de Manizales, coronel Mario Fernando Guerrero, dice que “el funcionario chocolateó” (23/4/2016). ¿Chocolateó? Este periodista, creo, oyó un órgano, pero no supo en qué iglesia. El expresivo verbo 'chocolear' es un colombianismo que significa “entristecerse, llorar calladamente, hacer pucheros, lagrimar”, y que, según los entendidos, viene del parecido de las lágrimas con los granos del maíz tierno, el 'chócolo' (mazorca de maíz tierno, de 'choclo', que, a su vez, viene del quechua 'choccllo'). El señor Emilio Robledo, autor de 'Papeletas lexicográficas', trae dos ejemplos de Tomás Carrasquilla: “-Vea: ¡no me diga eso ni an en chanza!... ¿No ves que es de alegre que chocoleo?” (Frutos de mi tierra); y: “...El cura chocoliaba: se sonaba don Juan por disimular los pucheros” (Dimitas Arias). Nota: En su libro “Voces fatigadas” (2007), el escritor Álvaro Marín Ocampo asienta el verbo 'chocoliar', así, porque, como lo advierte en su “Mensaje al lector ocioso”, “las voces que componen este breviario están escritas con fidelidad a su tradición oral”.
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Según el padre Jaime Pinzón Medina, está en gestación, o ya vio la luz del día, otra plaga, de esas que, cuando se arraigan, no hay como exterminar, por ejemplo, la epidemia 'por parte de', que infestó el idioma de una manera vergonzosa (“Después del anuncio por parte de la familia se inició una investigación por parte de la Policía” -ElTiempo, Cali, 29/4/2016), ¡huy!, peor que la del ridículo 'lenguaje incluyente' de los feministas radicales. Se refiere él al verbo 'montar', empleado como transitivo cuando no lo es. Así lo hizo la geóloga Marcela Villegas en la siguiente declaración: “Antes de salir a montar bicicleta no me baño, lo hago cuando regreso” (LA PATRIA, Movida, 24/4/2016). “Antes de salir a montar en bicicleta...”, señora, como “montar en carro, en avión, en burro, en camello, en cólera, en pelo, etc. La excepción es 'montar a caballo', locución aceptada por todos los expertos. Nota: “Cuando la montura es un animal -dice el diccionario de María Moliner- puede usarse como transitivo: “Montó su mejor caballo”.
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