Efraim Osorio


Así cantó un poeta sin par: "Hoy es morada del placer bravío / la que ayer fue mi aldea silenciosa; / ya la llanura azul es un plantío, / y en lugar de la ermita ‘yergue’ airosa / la catedral sus torres al vacío" (Porfirio Barba Jacob, El retorno, segunda estrofa). Y de esta manera redactó un columnista: "…como también la iluminación por primera vez de las dos torres que se ‘irguen’ a un costado de la carrera 23" (LA PATRIA, Papel Salmón, Luis Felipe Molina, ‘Historia, luces y café’ en la Catedral, 16/11/2014). Me gusta darle el calificativo de ‘tesoro’ al acervo de verbos irregulares que posee el castellano. Uno de ellos, ‘erguir’ ("levantar y poner derecho algo, especialmente el cuello o la cabeza. 2. pron. Levantarse o ponerse derecho". 3. Engreírse, ensoberbecerse"). Su conjugación es la siguiente: Indicativo: Presente: Yergo, yergues, yergue, erguimos, erguís, yerguen. Pretérito: Erguí, erguiste, irguió, erguimos, erguisteis, irguieron. Subjuntivo: Presente: Yerga, yergas, yerga, irgamos, irgáis, yergan. Pretérito: Irguiese o irguiera, etc. Futuro: Irguiere, etc. Imperativo: Yergue. Gerundio: Irguiendo. Así lo conjugaba don Andrés Bello. Sin embargo, autores tan respetados como don Roberto Restrepo, Manuel Seco y otros admiten las inflexiones ‘irgo, irgues, irgue (…), irguen’, para el presente de indicativo; para el de subjuntivo, ‘irga, irgas, irga (…), irgan’; y para el imperativo, ‘irgue, irga, irgan’. La Nueva gramática (2009), en nota que hay que leer con lupa, dice que esas inflexiones verbales "son correctas, aunque poco usadas". Aunque mi opinión no tiene peso, me parece que dichas inflexiones son cacofónicas y desechables; y que su eliminación le haría un enorme favor al lenguaje. Y así, volviendo al principio, si alguien sustituyese ‘yergue’ de la estrofa del poeta por ‘irgue’, le estropearía sin misericordia el verso; pero si alguien cambiase ‘irguen’ de la frase del columnista por ‘yerguen’, le haría una gran merced, pues le proporcionaría a su redacción la gracia de que carece.
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El adverbio de negación ‘no’ le jugó una mala pasada al buen comentarista Ricardo Correa Robledo en la siguiente consideración: "En la lógica del conflicto era inevitable que los guerrilleros no tomaran al general y sus dos acompañantes" (LA PATRIA, 20/11/204). En efecto, con la inclusión del adverbio, el columnista expresa lo contrario de lo pretendido, a saber, la ‘inevitabilidad del secuestro’ del general y de sus acompañantes. ¿O no?
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Son muy diferentes los verbos ‘ver’ y ‘observar’, aunque en alguna de sus acepciones sean sinónimos. Es común sobre manera el empleo equivocado de ‘observar’ por ‘ver’, por ejemplo, cuando alguien dice que "allá lejos se observa el cerro del Tatamá". Una reportera de RCN, durante su comentario sobre el accidente del bus del colegio Santa Bárbara, de Ciudad Bolívar (Bogotá), en el que murió una estudiante, dijo: "Detrás de mí se puede observar la Institución" (Noticias del mediodía, 20/11/2014). "…se puede ver", señora. La acción de ‘observar’ implica atención y, muchas veces, análisis; la de ‘ver’, no. ‘Observar’ es "examinar atentamente"; ‘ver’, "percibir por los ojos los objetos mediante la acción de la luz". Mirar cuidadosamente un objeto; contemplar una puesta del sol desde Chipre; examinar un problema y su solución; reflexionar sobre una propuesta; fijar la atención en algo; estar a la mira continuamente, etc., son acciones propias de ‘observar’, como también ‘acatar un mandamiento’. Y no doy ejemplos de ‘ver’, porque son tantos, que me volvería farragoso, puesto que su acción es simplemente ‘posar los ojos sobre algo’, literal o figuradamente, como cuando decimos que fulanito "ve por la mamá". Y tal es la maravilla de las palabras, que, aun cuando en muchas circunstancias pueden coincidir, cada una expresa una idea diferente. De aquí la necesidad de emplearlas siempre con propiedad para que todos entiendan lo que con ellas queremos decir.
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No por mucho tiempo, sin duda, pero fui amigo de Rafael Mejía Cano, recientemente fallecido. Que el Creador le conceda la paz imperturbable y eterna de los justos.
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