En programas de cultura ciudadana los colombianos estamos "cojos". Nos falta mucho para aprender a comportarnos con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Hay unos temas puntuales que sirven de ejemplo. Uno puede ser el consumo de trago y su mezcla con la conducción de vehículos o con la pólvora.
Tenemos una mala cultura en cuanto al manejo del trago. Los europeos son altos consumidores de licor. Sus comidas son acompañadas con vino y su consumo per cápita es superior al nuestro, pero no presentan comportamientos, cuando están alicorados, similares a los que se dan en nuestro medio. A nosotros nos gusta tomar hasta emborracharnos, oír música a alto volumen, sin importar la molestia que se les cause a los vecinos, y quedarnos en la parranda hasta altas horas del amanecer.
Por estos días se está cumpliendo un año de haberse endurecido las penas para los que conducen vehículos después de haber consumido licor. Si bien los indicadores de accidentalidad de los conductores borrachos han bajado, todavía el número de accidentes ocasionados por estas personas es alto, pero con un comportamiento nuevo que consiste en que los borrachitos, para evitar que den positivos en su prueba de alcoholemia, se fugan del sitio del accidente.
Otro mal comportamiento es celebrar, especialmente la Navidad, tirando pólvora. Sin lugar a dudas los denominados juegos pirotécnicos son muy bonitos y el ruido seguido de unos juegos de luces en el firmamento los hace muy atractivos. Pero una cosa es que sean manipulados por expertos y otra es que estos elementos sean utilizados por inexpertos e inclusive por niños y menores de edad.
Afortunadamente los indicadores de personas y niños quemados por manejar pólvora han bajado; sin embargo, todavía se sigue oyendo, especialmente por esta época los ruidos producidos por la pólvora y se siguen presentando quemados. Ante tanta publicidad que se hace por parte del Estado motivando a las personas para que no utilicen la pólvora, incluyendo medidas que van desde un comparendo pedagógico hasta una sanción pecuniaria e inclusive que contempla el cierre de los establecimientos donde se vende la pólvora y de difundir fotos impresionantes de manos o partes del cuerpo afectadas, es increíble que todavía se siga utilizando y manipulando por manos inexpertas y peor aún, que lo hagan menores de edad.
Las campañas han funcionado, ya nos encontramos en la recta final para llegar al punto en el que la pólvora solo sea manipulada por manos expertas. Para llegar a este punto se requiere que la Policía Nacional no solo intervenga a los que la venden, sino que también persiga a los que la están manipulando. Estoy seguro que si se controla más a las personas que tiran pólvora, se logrará erradicar totalmente ese mal comportamiento.
El marco legal nacional establece unas disposiciones muy claras para que la pólvora no sea vendida a menores de edad. La mayoría de los municipios del país, con una medida interna han prohibido su venta en general a la población. Es muy lamentable observar cómo municipios cercanos a Manizales permiten su venta y es muy normal ver en las casas que están construidas a la vera del camino, la venta de pólvora.
Mezclar el licor con el timón o con la pólvora es muy peligroso. Tanto que puede llegar a ser mortal. Unos tragos en la cabeza invitan a un conductor a desafiar la ley, por lo que conducir su carro en estado de alicoramiento es un reto; es decir, ese estado puede invitar a la persona a jugar a que no le pase nada para que cuando llegue a su casa se sienta ganador. Lo mismo se puede decir que sucede con el que le gusta tirar pólvora, y más si lo hace con tragos, el reto es no quemarse y si lo logra, también se sienta triunfador. El verdadero reto es cambiar la cultura de este "juego" que todavía tienen algunos colombianos.
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