José Jaramillo


La frase que titula esta nota se usaba en épocas de la Colonia, cuando las órdenes de la corona española, que tardaban semanas y meses en llegarles a sus destinatarios de ultramar, se cumplían o no, según les diera la gana, o les conviniera, a virreyes, oidores y encomenderos. La marrulla de estos funcionarios para burlarse de las órdenes que les daba su majestad se facilitaba, porque veedurías y auditorías viajaban en barco, y cuando llegaban eran objeto de toda clase de atenciones, incluidas francachelas con damiselas a bordo, y en medio del jolgorio a veedores y auditores se les olvidaba a qué habían venido. Ahora es lo mismo, pero distinto. Es decir, a las órdenes que da el gobierno los mandos medios les maman gallo, pero no embruteciendo a nadie con orgías, sino traspapelando documentos, cambiando funcionarios, consultando códigos viejos… o metiendo tutelas. Y quien queda mal es el señor Presidente o sus ministros, que anuncian programas, ordenan obras, hacen acuerdos o prometen soluciones a problemas de las comunidades, todo lo cual es reseñado por la prensa, y después las cosas no se ejecutan, o se retrasan, porque a los funcionarios que les corresponde hacer efectivos los programas del alto gobierno no les da la gana de cumplir con su deber, o no les conviene, porque a su jefe político le interesa que el gobierno quede mal, para desacreditarlo. Al opositor tenaz le importa un comino el bienestar de la gente, con tal de hacerle daño a la imagen del mandatario, para utilizar sus falencias como argumento electoral.
En un país de leyes es fácil para el funcionario inepto o perverso justificar su ineficiencia, porque siempre habrá en un código viejo, escrito en letra gótica, o esculpido en piedra, un artículo que justifique por qué no hizo lo que tenía que hacer, o le habían ordenado. O también puede incapacitarse o hacerse trasladar; o poner a la abuelita de la secretaria a que presente un derecho de petición; o a una docena de habitantes de la calle a que interpongan sendas tutelas… Los recursos abundan.
Lo anterior explica por qué no se ha reconstruido Gramalote, después de cuatro años de haber dado la orden el señor presidente Santos; por qué no se ha hecho una reforma al sistema de salud, cuyos recursos se están desviando para bolsillos inescrupulosos, quebrando, de paso, clínicas y hospitales; por qué no se ha implementado el metro de Bogotá, después de 50 años de estudios y propuestas; por qué no se ha terminado el Túnel de la Línea, a pesar de haberle cancelado al contratista el 100% del valor del contrato; por qué las carreteras para el norte del departamento de Caldas son un desastre, después de que el presidente Turbay -¡sí, Julio César Turbay!- dijo en un discurso de campaña en la plaza principal de Salamina que iría como presidente en carro, por carretera pavimentada, hasta Arma. Doy fe, porque yo estaba allí. Y pensar que las órdenes ya no vienen en barco desde el otro lado del océano Atlántico, sino que viajan por Internet.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015