José Jaramillo


La frase del rey Juan Carlos de España pasará a la historia, porque, no obstante su simplicidad, tiene un sentido trascendental. En una reunión de mandatarios hispanoamericanos, el presidente Chávez, de Venezuela, con la verborrea e irreverencia que lo caracterizaban, dedicó parte de su intervención a despotricar contra el expresidente español José María Aznar, hasta que el monarca hispano se jartó de oír tanta bazofia y mandó a callar al chafarote.
Algo parecido tendrá que aplicarse a los funcionarios públicos de alto rango, que se valen de todos los medios de difusión para hacerse notar, porque, como decía Churchill, “… no quieren ser útiles sino importantes”. Esto pasa, especialmente, con quienes aspiran a cargos más elevados (como la Presidencia de la República, por ejemplo) y echan mano de cualquier argumento para crear expectativas, proponer cambios en el sistema vigente y alborotar avisperos, mientras que sus funciones de rutina están paralizadas, porque lo urgente no deja hacer lo importante. Esos personajes tienen que trabajar su futuro, más que cumplir con el deber. Lo que requiere darse vitrina, para lo cual están listos los comunicadores, especialmente cuando son generosamente remunerados, lo cual puede hacerse de muchas maneras. No necesariamente con plata: hay viajes, publicidad, cargos para familiares cercanos…
Quienes aspiran a ocupar altos cargos, especialmente de elección popular y otros que tienen períodos fijos, suelen inscribir un programa que se comprometen a cumplir, porque para aspirar es indispensable presentarlos. Una vez posesionados, cuando coronan sus aspiraciones, tienen que comenzar sus funciones devolviendo favores a quienes los apoyaron o financiaron; dando declaraciones acerca de sus propósitos; y dibujando en el aire posibles realizaciones, prediciendo “… lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene”, para después tener que “explicar por qué no ocurrió lo que predijo”, como decía el ya mencionado estadista inglés.
Para no ir más lejos, analizando fenómenos como la falta de servicios domiciliarios en algunas regiones, y de salud y educación, cuando sus gobernantes han recibido sumas astronómicas provenientes de regalías, que se han repartido con mafiosos, paramilitares y guerrilleros, no obstante lo cual la gente sigue votando por ellos, en los anaqueles de la justicia reposan centenares de miles de procesos que no se resuelven, no obstante que las evidencias son más que contundentes para que se dicten sentencias, mientras que procuradores, fiscales y magistrados ocupan su tiempo dando declaraciones para proponer cambios al orden establecido; anatematizando posturas o inclinaciones sexuales; participando en foros internacionales, en los que se analiza, por ejemplo, el sistema judicial chino; o llevándose los procesos para estudiarlos con más tranquilidad en un crucero por el Caribe.
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