Desde siempre se han usado en algunas regiones, especialmente de la Costa Pacífica colombiana, y de las islas caribeñas pobladas por afrodescendientes, las plañideras, que cumplen por cuenta de los deudos la misión de llorar muertos ajenos. La cotización del trabajo de esas abnegadas servidoras fúnebres, y el correspondiente pago, depende de la intensidad con que se exprese el dolor. Es decir, si es un simple lloriqueo silencioso, un llanto a los gritos o si incluye ataques con revolcada en el suelo y pataleta, que los vivos aprovechan para darles a las viejas masajes en el pecho, suponiendo un ataque cardíaco, y hasta respiración boca a boca, cuando la plañidera es joven, ¡claro!
Esta práctica, con los formidables avances de la informática audiovisual, más técnica y sofisticada, complementada con la actuación de actrices profesionales, también puede usarse para sacarles provecho político a determinadas circunstancias, en el momento oportuno y por todos los medios que ofrece la Internet, como sucedió el pasado 23 de junio, a propósito de los acuerdos a los que llegaron el gobierno colombiano y las Farc, cuando una joven y hermosa modelo, que lucía la camiseta de la Selección Colombia, protagonista de un video transmitido por Facebook, entre sollozos y mientras por sus hermosos cachetes rodaban furtivas lágrimas, describía con lujo de detalles, y en rigurosa cronología histórica, las barbaridades que han cometido los guerrilleros, mientras culpaba de entreguista y cómplice necesario al presidente Santos.
A la misma hora del evento en La Habana, al tiempo que se cumplían los protocolos, y millones de colombianos y extranjeros celebraban el hecho, el video de marras ya registraba miles de “me gusta”, que los administradores de los presupuestos electorales de algunos aspirantes a próximas elecciones seguramente contabilizaban, frotándose las manos con perversa satisfacción.
Descartando el oportunismo, que para algunas morales relajadas es válido, hay que celebrar las capacidades de los productores virtuales, como un avance del país en tecnología informática, que lo mismo sirve para integrar en red a todas las dependencias oficiales del Estado; informar al instante sobre hechos trascendentales de interés general; coordinar actividades de socorristas en la atención de calamidades públicas; llevar a todos los rincones de la geografía nacional el desempeño de los deportistas que llenan de orgullo a todos los colombianos, “sin distingos de raza, religión, situación económica o preferencias sexuales”, como rezan las consignas demagógicas; o chuzar a personas o instituciones para conocer sus movimientos y poder atacarlas con eficiencia y oportunidad, especialmente cuando hay “nobles” intereses políticos de por medio.
Los anuncios relacionados con el inminente fin de la guerra entre el Estado colombiano y la insurgencia armada de las Farc, hicieron rodar lágrimas de distintas motivaciones, como las de quienes vislumbran con esperanza la paz o las que le provocaron los publicistas a la muchacha del video, arrimándole cebolla cabezona picada a los ojos.
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