José Jaramillo


El Hermano Marista Andrés Hurtado García mantiene a sus lectores envidiosos de su maravillosa forma de vivir, viajando por cuanto rincón tiene la Tierra, donde no haya carros, buses, centros comerciales, loteros, vendedores ambulantes, emboladores, pregoneros, activistas políticos, pavimento, ni nada de la “fauna” y el “progreso” urbanos, que producen toda la contaminación ambiental: auditiva, visual y de esmog, que acabará finalmente con el paraíso que el Creador legó a la humanidad, después de que el homo sapiens esté física y mentalmente destruido.
Como Andrés ya es leyenda, ésta comienza con la historia de que, cuando era niño, de vacaciones en una finca familiar, vio, en un momento crepuscular, después de que había pasado la lluvia, el arco iris que se extendía esplendoroso por el firmamento, y el muchachito se fue caminando, con los ojos puestos en el cielo, para ver hasta dónde llegaba esa cinta de variados colores. Y, claro, se perdió. El niño no buscaba, como los codiciosos mineros, el tesoro que dicen los mitómanos que se encuentra donde termina el arco iris, sino que lo suyo era curiosidad por conocer las razones del fenómeno natural; y asombro ante su belleza.
Después de que los consternados familiares lo encontraron, el futuro discípulo del beato Marcelino Champagnat no ha parado de andar, para descubrir las maravillas escondidas de los más recónditos lugares de la Tierra; adentrarse en selvas inhóspitas; remontar ríos tan majestuosos como temibles; escalar cumbres inalcanzables para gente “cuerda”; conocer tesoros arquitectónicos de culturas antiguas, sepultados en cavernas o enclavados en montañas, para guardar sus secretos milenarios; orar en santuarios de exóticas religiones; y relacionarse con animales salvajes y bichos que aterran a cualquiera, menos a Andrés, quien, según cuentan, convive en su apartamento de Teusaquillo, en Bogotá, con tarántulas y escorpiones.
Todo lo anterior lo ha fotografiado y filmado el inquieto trotamundos, al punto que su archivo gráfico es un verdadero tesoro. Además, Andrés Hurtado García, el quindiano más universal, es un escritor de exquisita prosa, que mete al lector en sus aventuras a través de una narrativa “encarretadora”, que provoca asombro, admiración, encanto y envidia de la buena.
Desde hace varios meses se incluyen en las ediciones dominicales de El Tiempo unas separatas, auspiciadas por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en las que se muestran tesoros ocultos de la geografía colombiana, con textos didácticos y motivadores, excelentes fotografías y orientación para viajeros, que vale la pena considerar como itinerarios de vacaciones, para cambiar hoteles y restaurantes carísimos, playas contaminadas, discotecas, casinos y centros comerciales, por destinos que, sin duda, serán inolvidables.
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