Víctor Diusabá Rojas


Cuatro orejas, dos toros de vuelta al ruedo, una puerta grande...Sí, una cosecha, pero más que eso, una tarde de recuerdos, de esos que dibujan una constelación en la que cada uno se queda con un trocito, el que más le gusta, así al final quede la impresión de que lo sucedido no fue macizo o redondo.
Por eso hay que tomar por partes, para tratar de armar el conjunto. Comencemos con ese adiós de Paco Perlaza, quien, como lo dijo, decidió irse en el momento en que se le vino en gana, precisamente cuando se siente mejor. Y, sin que hiciera falta, nos los demostró. Estuvo en Paco y en Perlaza en ese quinto bis de la corrida (a propósito, ¿por qué si ese toro tenía semejantes hechuras andaba refundido en la trastienda de la reserva, nos preguntamos?).
Ajá, Paco anduvo ganoso y mandón, desde esos capotazos en los que aguantó el viaje del ejemplar, que llevaba emoción a cada paso. Y luego de decirle gracias a su padre y ya está bien de esto (al menos por ahora, piensa uno) se llevó el animal a los medios, con vibración en cada muletazo, en especial en uno de pecho de esos dignos de colección.
A partir de ahí vinieron las series de derecha en las que el toreo pasó por el temple, el mando, el poder y el corazón. Paco sabía lo que le significaba ese toro y se entregó. Su enemigo lo hizo igual por el pitón derecho y un poco menos por el izquierdo, eso sí, con enorme fijeza, esa que quizás pesó más que nada para que le dieran la vuelta al ruedo en el arrastre. Oreja y ovación inmensa a Paco para un hasta siempre de parte de esta afición que lo quiso y lo querrá.
Un turno antes, Diego Ventura había hecho del ruedo un escenario en el que él y sus caballos habían danzado al compás de esta banda sin par. Y a otro compás, el de un toro que tuvo una salida de bravo, de esas que pueden servir de escuela. Ventura debió exigir a fondo a su cabalgadura para aguantar semejante tren, hasta lograr parar semejanteímpetu. El primer rejón de castigo cayó bajo. Hubo ahí una pausa que, por fortuna, dio lugar a un segundo acto en el que el de Jorge Gutiérrez pidió credenciales en cada cite. Y entonces apareció este señor Diego Ventura (mitad hombre, mitad caballo) que todo lo promete en el ruedo y todo lo cumple abordo de su silla. Como por ejemplo esos pares de banderillas con que, a lomos de 'Oro' y de 'Morante', puso la plaza boca abajo. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro.
En esos dos capítulos la tarde había traído su carga de fondo. Por una parte, esa de lágrimas del adiós de Perlaza. Por la otra, los gestos de la victoria suyos y del rejoneador. Incluidos, además, los de Manuel Jesús El Cid, quien supo administrar ese mansito tercero, que, por ratos, recordó dejar algo atrás y volver por lo mismo, los engaños que una y otra vez le puso por delante el de Salteras, en una faena de menos a más.
La otra mitad de la corrida se fue a vivir al otro polo. Bueno, el primero pudo tener otra suerte si Diego no lo castiga con ese innecesario tercer rejón que le restó fondo para el resto de la lidia. Aún con esas limitaciones, el toro se movió ante los caballos de la cuadra que pasaron al tablero en ese turno. El segundo no tuvo bravura ni clase y naufragó, llevándose las primeras esperanzas de Paco. Y el sexto no pasó el listón, mientras El Cid buscaba redondear lo que no había cómo, aunque, por momentos, la gente en los tendidos ayudó a empujar ese carro. Un bajonazo espantó cualquier posibilidad.
Ficha de la corrida
60 Feria de Manizales
Tercera corrida de abono
Seis toros de Dosgutiérrez
Desiguales de presentación. Bravo y encastado el quinto bis. El cuarto dio la pelea. Los dos, premiados con la vuelta al ruedo. El primero se apagó por excesivo castigo. Segundo, tercero y sexto, con poco fondo.
446, 452, 472, 454, 474 y 504 kgrs
Diego Ventura
Saludo tras petición y dos orejas
Paco Perlaza
Sangre de toro y oro
Palmas tras aviso y oreja
Manuel Jesús El Cid
Verde esmeralda y oro
Oreja y silencio
Detalles:
Plaza casi llena. Tarde fresca. El torero colombiano Paco Perlaza anunció su retiro de los ruedos, en la lidia del 'Mañico', quinto bis de la tarde, número 154 de la ganadería de Dosgutiérrez, de 474 kilogramos de peso.
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