Guillermo O. Sierra


Cuando pienso en Manizales y Caldas, lo hago tomando como referente a Colombia; y cuando pienso en nuestro país, siento la necesidad de referirme a América Latina. Por eso, hoy quiero empezar con un dato publicado en los principales medios de comunicación, en el que se dice que según el Banco Mundial (BM) para este año se proyecta un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un poco más del 3%, lo que señala que se ha venido recuperando la economía después de un 2013 que llegó apenas al 2,4%. No obstante, estas cifras que nos darían de qué hablar a optimistas como yo para que digamos que las cosas están bien, para el presidente del BM, Jim Yong Kim, la idea de acelerar la reducción de la pobreza (uno de los objetivos del Milenio), por ejemplo, obliga a que los países adopten reformas estructurales que estimulen la creación de empleos, se fortalezcan los sistemas financieros y se refuercen las medidas de protección social. Un panorama claroscuro.
Si se lee con cuidado el último informe Perspectivas Económicas Mundiales, el optimismo quizás se ilumine un poco más, puesto que América Latina y el Caribe, pueden repuntar para este año a un 2,9% de crecimiento; y para el próximo 2015, a un 3,1%. Estas cifras nos muestran un panorama alentador; nos dan ganas de trabajar con más ahínco, y de continuar pensando y pregonando lo que tantas veces hemos dicho: que sí se puede.
En Colombia, aunque estas estadísticas nos iluminan la senda, debemos pensar con sumo cuidado cómo vamos a arar, juntos, nuestro propio camino. Si bien, el eje central ahora está pensado desde los diálogos de paz en La Habana, también es cierto que hay otros temas de enorme relevancia de los cuales nos debemos ocupar con absoluta seriedad, máxime porque como lo dice alguna canción "no tiene caso volver a rodar por la falta de juicio".
Por ejemplo, el asunto de la seguridad, urbana y rural: los ciudadanos de ‘a pie’ se mantienen en total incertidumbre y temor de que algo le sucederá, máxime cuando sufren en carne propia que en muchísimas ocasiones el aparato judicial no funciona, lo que hace que el mismo Gobierno pierda legitimidad y se afecte, por ende, la institucionalidad. La pregunta que se me ocurre es ¿cómo articular seguridad y defensa? Mientras esto falte, es muy difícil hablar, al menos, de tranquilidad para los ciudadanos. Lo delicado es que quienes aspiran a ser elegidos en las próximas elecciones, probablemente, tomen este tema como bandera de sus campañas electorales. No conviene perder de vista que desde cuando se creó el Frente Nacional, no se sentía una polarización tan cruel como la que hay en estos momentos. Como que se nos olvida que la vida no es blanca y negra, sino que tiene todos los colores habidos por haber, y en todas las tonalidades.
Muy pegado al tema de la seguridad, aparece en la escena el asunto de la reforma a la justicia. Son muchísimos los ciudadanos que han sufrido en carne propia cómo la justicia y su respectiva administración se aproximan al piso del fondo; y no ven soluciones prontas y concretas que les garanticen este elemental derecho. Algún magistrado decía recientemente que cuando no hay una adecuada legislación, el panorama puede ser muy desalentador.
En el tema de la salud, el camino sí que es pedregoso. ¿Quién en este país no sabe que la salud es un derecho fundamental? Pero lo que, al parecer, marca la pauta es que se ha ido convirtiendo en un negocio con grandes réditos para ciertos sectores de la sociedad. Los escándalos de corrupción de las EPS señalan un horizonte oscuro, sobre todo si se piensa que el Congreso no ha podido elaborar un proyecto digno para brindarles mejores alternativas de salud a los ciudadanos.
No puedo dejar de mencionar, para que lo continuemos conversando, amables lectores, temas como la educación, la que a pesar de que se ha aumentado en algo la cobertura, es mucho lo que falta por materializar, caso de la reforma a la Ley de educación superior; y todavía más si se está convencido de que la educación es una herramienta fundamental para combatir la pobreza y la desigualdad.
Faltan otros temas de igual relevancia por mencionar aquí, pero los iremos desglosando con los días. Desde la academia, continuaremos pensando en formas y estrategias para contribuir con la construcción de una sociedad razonable.
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