Fernando-Alonso Ramírez


Fernando-Alonso Ramírez
@fernalonso
Voces de Chernóbil - Crónica del futuro es un sobrecogedor libro. Las historias tienen tal carga de tristeza que el alma empieza a pesar a medida que se avanza en las páginas. Se trata de una obra ciento por ciento periodística, la más conocida de la nobel bielorrusa Svetlana Alexievich, que se demoró en escribirla dos décadas.
No es para menos. Hay allí historias de amor inconclusas, de desamparo, de afecto, de rabia, de impotencia, de dolor. De esperanza, poco. Es un libro tan crudo como la realidad que viven los habitantes de una zona proscrita, de un lugar que puso en jaque a la ciencia mundial.
Como en otros libros de Alexievich la periodista prácticamente no aparece. Deja que las personas hablen, mucho o poco, que expresen su rabia contenida o su dolor, o hasta su molestia con los periodistas y su desesperanza. En cada monólogo, algunos corales, se encuentran rasgos similares, a veces parecen repetirse las historias, pero cómo no, si los afectados con secuelas de la radiación, por las mentiras del régimen de la época, por la incredulidad de entonces fueron miles.
No es la primera periodista que recibe un Nobel. Una decena lo hicieron antes, incluso el colombiano Gabriel García Márquez siempre dijo que por lo menos la mitad de este reconocimiento, el más importante de la literatura mundial, se lo debía al periodismo. No obstante, la bielorrusa sí es la primera en lograrlo por una obra ciento por ciento periodística, y nada de ficción.
No es para menos, pues hay una apuesta narrativa a la hora de contar. Por personajes como ella es que se mantiene la esperanza en que el periodismo escrito es otra forma de literatura, solo que sobre hechos de no ficción, tal como ha sucedido desde siempre en Latinoamérica con grandes narradores o como rescató en su momento Truman Capote en los Estados Unidos.
Svetlana Alexievich se preguntó cómo era mejor narrar y encontró un tono apropiado para que las víctimas de esta tragedia la lean como si fuera literatura, pero es realidad, y no solo eso, sino que sucedió aquí, en nuestro planeta. Desde que el reactor nuclear de Chernóbil hizo explosión, y aún no conocemos los resultados certeros de sus efectos, hay más cesio en el ambiente, hay razones para temerle al hombre, pues no se trató de una catástrofe producida por la naturaleza, sino de un producto de la guerra fría, del complejo de una potencia por demostrar su poderío y al mismo tiempo ser manejado por un engranaje burocrático y corrupto. Al final, son las personas de carne y hueso las que pagan los platos rotos, en este caso con sus vidas o las de sus hijos, voces que parecen almas en pena. Una historia del dolor que es necesario leer para intentar entender, aunque ni los propios protagonistas-narradores han encontrado tales respuestas.
Al final, el humor negro. La promoción turística de ese lugar inhóspito del que no va a encontrar par en el mundo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015