Fraile


En días pasados unos estudiantes de periodismo interesados en el tema taurino, pero sin ninguna familiaridad con él, me pidieron que les contara qué pensaban los aficionados a la gallarda Fiesta frente a las permanentes agresiones de que son víctimas por parte de quien ellos llamaron los “antitaurinos”, ofensas todas, según ellos, encaminadas a lograr la prohibición de las corridas de toros en el país. Y lo que a continuación transcribo fue lo que les contesté:
“Frente a las pretensiones de algunos sectores del colectivo social de lograr la prohibición de los espectáculos taurinos, los aficionados a los Toros esgrimen diversos argumentos en defensa de la actividad, de los cuales hoy citaré solo algunos:
Antes que todo se hace menester diferenciar entre el tipo de personas que buscan la abolición de la Fiesta, pues estos están divididos en dos grupos a saber: por un lado están aquellos que patrocinados por entidades extranjeras, holandesas principalmente, reclutan jóvenes a quienes, por dinero, usan para protestar de manera irracional, violenta y agresiva en contra de las corridas, de sus actores y seguidores. Estos grupos, que desconocen totalmente lo que es la tauromaquia y lo que representa en todos los ámbitos de la vida social no pesan mayormente en el debate antitaurino, dado que repito, se trata de “idiotas útiles” manipulados por multinacionales que los usan para esta “lucha” mediática contra los Toros de modo que ellas puedan tapar graves delitos y atrocidades ecológicas, como son las matanzas de focas en Canadá y Groenlandia, las masacres de delfines en Honshu y la degollina de ballenas en las islas Feroe del mar de Noruega. Estos grupos no tienen valor alguno dentro del contexto de la lucha contra las corridas, ya que a falta de argumentos, (como no saben de qué se tratan los Toros tampoco saben como atacarlos), se limitan a agredir con hechos insultantes o con el uso de la violencia verbal, lo cual es rechazado no solo por los taurinos, sino por la sociedad en general, que hoy repudia más que nunca, todo acto violento y agresivo.
Por otro lado existen los verdaderos antitaurinos, aquellos cuya sensibilidad no les permite ver actos fuertes como lo es la corrida y que pueden llegar a tener argumentos de peso para desconocer la validez de la fiesta taurina en el mundo moderno.
A este grupo social lo primero que hacen los taurinos es manifestarles que respetan sus puntos de vista, aún cuando no los compartan y los invitan a mantenerse alejados, tanto del espectáculo taurino como de cualquier otro que hiera su sensibilidad. También les dicen que prohibir les parece fascista, que las minorías tienen derechos que deben ser respetados. ¿O si no qué sería de la comunidad homosexual, por ejemplo? Les dicen que con la tauromaquia honran sus raíces históricas y culturales y que piensan que el antitaurinismo, en Colombia, no es otra cosa que la toma de nuestra cultura por parte del avasallador imperialismo anglosajón. Les dicen que no se espanten con la corrida ya que este espectáculo, como muchos otros que hoy se conocen como deportes extremos, mueven las fibras mas íntimas del ser de humano que los lleva a admirar, idealizar y casi a venerar a aquellos congéneres que son capaces de enfrentarse al peligro y vencerlo. Les dicen que el sendero de la verdad es el de la tolerancia. Les dicen que, en Colombia, los animales, legalmente, no son sujetos de derechos, pues el código civil colombiano los equipara con los bienes muebles. Les dicen que el espectáculo taurino es reconocido y está amparado por la ley y estas, mientras no se cambien, están para ser cumplidas. Les dicen que los preocupa mucho más la vida y el bienestar de un niño abandonado que la de un animal que apareció en la faz de la tierra para combatir, dando pie a que con él se produjera arte. Les dicen que podrían manifestarles muchas otras cosas, entre ellas que están abiertos a debatir el tema en el terreno de las ideas”.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Añadido: ¿Puede dársele el título de democrático un gobierno que pretende imponer, vía el uso de su maquinaria electorera y algo de “mermelada” por supuesto, que menos de un diez por ciento de la población de un país decida acerca del futuro de unos acuerdos tan espinosos como serán los de la Paz?
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